Comencé a escribir Odiseas Posmodernas en el 2024 como un juego, una catarsis, un ejercicio de escritura. Aunque he tomado clases de escritura, a la hora de escribir, rompo las reglas. Si, es natural en mí, siempre ha sido así.
Los escritores profesionales dedican las reglamentarias ocho
horas de trabajo a escribir. Y quizá más. Llevo algunos meses con un proyecto
literario. Lo sé todo, pero no me permito terminarlo. Sé lo que estoy haciendo
y a veces no.
Escribo a cuentagotas, no soy es abrir la llave las letras
se disparan. Supongo estoy limitándome a nivel inconsciente, es algo inenarrable.
Soy como aquellas vendedoras, que cuando les dicen “Le compro toda su
mercancía”, responde: —No, porque luego que voy a vender.
Soy escritor como soy lector: despreocupado.
No sé dónde fue a quedar “Luz de Agosto” de Faulkner, que llevo
intentando su lectura algunos años, o el otro que se llama “Dejemos hablar al
viento” de Juan Carlos Onetti. Títulos interesantísimos pero que no logro pasar
de las primeras cincuenta hojas. Entonces me pongo a leer otros muchos, en el
camino se me olvida que estaba leyendo, a veces vuelvo a retomarlo, otras, ando
tan lejos de las primeras lecturas, que prefiero seguirme de largo.
Cuentan que Víctor Hugo el de “Los Miserables” pedía que le
dejaran en su habitación, y le llevasen su ropa, sin devolvérsela en un día o
dos, para que se viera obligado a escribir y avanzar con sus proyectos. Truman
Capote se describía a sí mismo como un "escritor completamente
horizontal". Escribía acostado en su sofá o cama, con un cigarrillo y una
taza de café o té a mano. Se cuenta que Gustave Flaubert era conocido por su
meticulosidad extrema al escribir. Se dice que podía pasar días enteros
buscando la palabra perfecta para una sola frase.
Tengo tanto que aprender de los grandes, sin embargo,
tampoco me obsesiono, creo eso es lo que me falta. Escribo Odiseas Posmodernas
como un ritual, o desahogo, vengo a la compu y mientras reviso las redes
sociales o leo autores desconocidos en blog o pdf, ocasionalmente escribo en el
otro proyecto, una novela breve.
¿No sé si a esto se
le llama bloqueo creativo? Más bien debería llamarse desidia involutiva, avanzo
lento como sobre dunas del desierto, como en medio de arenas movedizas. Desconectarme
de las redes no funcionará, estoy ocupadísimo también conmigo mismo en todo y
en nada. Le llaman trastorno, síndrome o TDAH.
Tengo cuatro personalidades y los cuatros son diletantes, permisivas y relajadas,
cuando por lo menos una debería llamarme la atención, me dicen al unísono: —
Diviértete ¿Qué otra cosa nos hará felices?
Y yo condescendiente digo—Ok. Entonces paro de sufrir.
—Si!!!
#EsdrasCamacho
30/04/2025
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