martes, febrero 27, 2024

Un sueño

Una sensación punzante me sobresaltó, este lunes por la madrugada cuando desperté en el camión que viajé 5 horas, dormido sobre mi clavícula, mi cabeza inclinada en forma de jaque mate.

 

El despertar ocurrió justo cuando el autobús pasaba por la ciudad donde debía bajar, y que yo debido a mi tristeza en el sueño soñado, ansiaba darle solución y remedio, volviendo a soñarlo.

 

Con los ojos semiabiertos vi la hora el reloj y comprobé que era mi ciudad, si no bajaba, la próxima parada sería 30 kilómetros, después.  Aprisa solicité mi descenso. El conductor contestó algo que no atendí, pero que agradecí, fuera lo que fuera.  

 

Complacido saboreé que solo fue un sueño.

 

El jueves pasado, antes de mi viaje mi guapa, me visitó en la alcoba, pero estaba indispuesto a causa de un resfrío, quedamos de intentar el encuentro en cuanto me repusiera.

 

A causa de un imprevisto menor, me ausenté de casa por tres días. Aunque diariamente mi guapa me reseñó vía telefónica las vicisitudes del cuidado del hogar.

 

En el sueño mi guapa, se había entrevistado con cierto general de caballería, hombre atlético, alto, joven. Los hallé de pie con los dedos entrelazados sobre el toldo de un vehículo, como en las películas, la situación era hermosa, ella de largos rizos, (cabello castaño en mi sueño) vestido plateado largo de cuello V. Ambos sonrientes advirtieron mi llegada y lo tomaron tan casual, que sentí raro que no se perturbaran.

 

Yo estaba alterado, con palabras enfáticas le recriminé el asunto, ella no dejo de sonreír, y me hizo saber “es lo que ves”. Cuando se vino conmigo reparé en la amplia sonrisa de triunfador de mi rival.

 

Mi conmoción era la templanza de ella, la frialdad, la falta de empatía a mi sentimiento, mi desengaño, o sea, lo esperado, era el arrepentimiento, la disculpa, la explicación, el argumento donde intentaría excusarse de la falta a la fidelidad y nuestro compromiso matrimonial. Eso.

 

¿Qué me llevó a soñar tal suceso? Medité.


Diseccionando mis pensamientos, en busca de conexiones en la realidad, encontré que el domingo sostuve una charla telefónica con Salomé, amiga de todas mis confianzas, en las que me hizo saber que era asediada y seducida por un conquistador, supuesto amigo de su esposo. Rememoró diálogos con detalle, en las que veía la vulnerabilidad de ella, aunque remató: “yo solo estoy jugando”.

 

Recordé que en un tiempo lejano sostuve una relación fugaz. Gisell me contaba el cortejo que tenían otros cuando me separaba de su lado. La forma en que me la contaba era desvergonzada, las pretensiones eróticas eran además de explicitas, veloces.  “¿Para qué me dejas sola?” Me decía, y yo pensaba, esa no es la respuesta.

 

El sueño me estresó. Deseaba pronto estar con mi guapa, tan integra, tan sencilla, tan real.  

 

 La guapa y yo, hicimos el amor; me siento recuperado.

jueves, febrero 15, 2024

No consumo terror

 Platicaba yo, que no me gusta el terror. 

¿Qué necesidad de sufrir?

Al parecer hay una descarga de adrenalina que necesitan, cierto estrés placentero. 


Supongo es un ensayo, por si pasara en la realidad. Pero el hecho es que la mayoría de las cosas negativas y apanicantes que vemos en las películas o leemos en los libros no pasan. ¿Entonces?


  “No consumo terror, y llevo años sin tener ninguna pesadilla”, me dice mi hermana y coincido plenamente, no sé soñar feo. 


Tampoco me subo a los juegos mecánicos que zarandean y desde las alturas provocan vertiginosas caídas. 


Una vez, entré a la casa del horror en la feria, y no lo disfruté. 


Mis ancestros vivieron situaciones de alta peligrosidad en realidad, que no me dejaron nada, para ese tipo de emociones. 


Leyendo sobre los efectos de la atracción al miedo, descubro que tienen un “subidón” de placer, como un triunfo después de correr o ser campeón en los combates. 


Dicen que el miedo es estimulante, pero suficiente estímulo tengo yo con mis deudas. Guardo mis reservas de dopamina para euforias distintas. 


¿Servirá de algo entrenar con tu sombra, si no eres boxeador? 


Además, por ahí dicen que es muy cierta esta frase: El temor es como un imán que atrae hacia a ti todo a lo que tú le temes. Entonces si no lo quieres, no lo ensayes. 


Punto menos a lo fatal.  Yo puro namaste a  la belleza.  


viernes, febrero 09, 2024

Vos, sabés

 Centroamérica tiene más relevancia de lo que se le ha otorgado. Los habitantes del sur tenemos ese conocimiento intrínseco, esa intuición. Su grandeza, intelectual, material e inmaterial ha sido acallada. 


La historia largamente aprendida y repetida en las instituciones educativas [Desde la conquista a la fecha] señala que el orden civilizatorio castellanizante en América es lo valioso, noble y perenne. Cualquier expresión que no esté en la normatividad está desacreditada. 


Y sin embargo persiste, oculta, herida y como un rencor sordo, la raíz de la conciencia.


Lo esencial.  


Hasta los ochenta en Motozintla la oralidad de sus habitantes era rica en expresiones nativas, propias de la región de Centroamérica, yo hablo desde mi experiencia, lo que me tocó ver. 


El conflicto vino cuando el hablar así, significó degradación a la vista de los demás. Como una eterna evangelización y domesticación se dividió entre lo de buen gusto y fino, y lo corriente y lo vulgar. 


Aun hoy el abuelo de mis hijos, Don Flavio, de vez en cuando va a buscar al mercado sus “manías”, y mis hijos se preguntan ¿Qué es?, más o menos les queda claro cuando lo ven regresar con la bosa de cacahuates tostados. 


Palabras retraídas, cargadas de significado, repletas de sentido común, sublimes. 


Decía mi abuela “Andá a ver si ya se recordó tu abuelo, y si no haces favor de recordarlo”. Recordar es el acto de despertarse, como si de una dimensión extraña se tratase estar dormido. 

 “Y vos, hijito de quien sos”, cuando llegaba a casa un desconocido. 

“Peináte pashtuda”, le decía mi bisabuela a mi hermana cuando pasaba cerca de ella. 

“Me voy a sentar un rato porque harto que me duelen mis canillas, y más al rato, ishto, ahí andás por un mi salaldrios, a ver si me mejoro, porque toda embotada que estoy”. Decía mi abuela, cuando se sentía cansada y con indigestión. 

“Ay no tatita”, cuando no se daba crédito de un hecho sorpresivo. 


Ahora ya no se escuchan, para no parecer desadaptados. 


A veces pregunto si alguien de mis conocidos tiene frases así, y todos niegan, argumentan que aquí jamás se habló así. La desunión debilita, y había que debilitar Centroamérica.  


El rompecabezas está desecho.  


¿Vos, sabés algo de esto?


jueves, febrero 08, 2024

¿Sabes porque me gusta viajar?

¿Sabes porque me gusta viajar?

 

Yo recuerdo aquel texto que decía que un día la muerte decide ir por una persona y viaja en tren, pero debía volver a cierta hora, porque no había más que dos corridas a horas precisas. Descendida, la muerte va a donde debería encontrarse Francisca, pero ella se había ido a sus cultivos, sabedora de que tiene aún buen tiempo para cumplir su trabajo se encamina con paciencia a buscarla, pero cada que llega a ese lugar, Francisca se ha ido. Así fatigada al final de su jornada y cansada, vio su reloj y prefirió irse antes de que la dejara el tren y Francisca despreocupada continuó ajetreada en sus quehaceres.

 

Asi pienso yo debo de estar siempre, por eso me gusta viajar, y escuchar mientras tanto en mi mente el estribillo de: “Volando vengo, volando voy Deprisa deprisa a rumbo perdido, Cuando me buscan nunca estoy. Cuando me encuentran yo no soy” de Manu Chao.

 

Amo viajar, pero si por razones de tiempo y economía no me es posible, juego a viajar.

 

¿Cómo es eso?

 

Sal de casa, mira como si hubieses vuelto de un largo viaje, como si no reconocieses fácilmente la calle donde vives, explora cada detalle, color y sombra de la arquitectura. Explora y descubre los sonidos cotidianos, como si fueses un visitante. ¡Eso es!... ¡Estás de vacaciones en tu propia ciudad!

 

Es mi truco. A veces en la llamada que me hace un conocido,

- ¿Dónde andas?

Les respondo:

- “En la frontera”.

 

 Funciona siempre, creen que estoy en los límites de un lejano lugar, pero estoy a veces entre el jardín y la terraza, o en la banqueta, pero siempre estoy en la frontera, en la frontera de la vida y la muerte. Yo sé eso, por eso me voy de viaje, (salgo de vacaciones) aun sin que use transporte público, yo estoy viajando como el viento, desde mi asiento frente a mi computadora, o andando entre el gentío.

 

 A la distancia de lo conocido, se le toma interés. Cada lugar visto es un conocimiento añadido. Tienes en tus recuerdos varios episodios, y cada uno es una biblioteca de vivencias, de sabiduría.

 

Si viajas, si caminas, si te mudas, emulas a los antiguos, los nómadas, los migrantes, los que, por razones de violencia, trabajo o antojo, cambiaban de lugar y residencia.

 

Además, cuando llegas a cualquier lugar, eres el extraño, la novedad, todo fascina.

 

Viajar es renovarse, como si pudiésemos, desprendernos escamas de nuestra piel, como las serpientes y adaptarnos a lo que sigue, el cambio constante.

 

 Recomiendo viajar, irse, moverse, jugar, bailar, soñar, ser inquieto. Cuando la muerte llegue a visitarles, se le haga complicado encontrarles.