lunes, febrero 08, 2021

y tú, ¿tienes moto?

 ¿Y, tú tienes una moto?-

Esdras Camacho


Me subí por primera vez a una moto en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, corrían los años 90. 


Fue chistoso, porque quien me la ofreció era mi jefe y pretendía que su asistente de prensa pudiera transitar por la ciudad entregando boletines, me dijo seriamente ¿Sabes manejar?, yo que había pedaleado ocho mil horas de vuelo en bicicleta y manejado chorrocientas millas en vehículo automotor, respondí sí, aunque no era cierto.  (Yo no sabía manejar moto, y la moto tampoco era nueva, pensé con dos o tres lecciones aprendo). 


Frente al taller de motos, me dijo el jefe: " Súbete y conduce, yo te escolto desde mi automóvil". En vano esperó a que arrancara, pues francamente sabía de su funcionamiento ni donde se encendía.... Le dije "lo alcanzo luego". 


En cuanto se fue el mecánico me dijo, seguro que no sabes, pero seguro que ahorita aprendes. Cada que aprendo algo, me encomiendo a mis ancestros, listos y ágiles de recursos mentales y habilidades, y así fue, una vez explicado el proceso ahí me fui por las calles de Tuxtla con mi motocicleta de motor tartamudo y escape humeante. 


Ahora domino lo necesario, tengo una motocicleta italika, doble propósito con la me he aventurado a una distancia regular de mi natal Motozintla; andar en Moto es equivalente naturalmente a jugar a la ruleta rusa, hay peligro constante, pero también hay un sabor inigualable a libertad. Uno en moto siente la magia de fluir por las praderas del asombro con energía de niño. 


Me contó mi papá que su abuelo materno, tenía una moto, debió ser modelo 1930 o cuarenta, y que le gustaba hacer piruetas y otras osadías sobre el puente del río en Huixtla, de todas salió bien librado. Mi papá no lo supo, pero esa historia me inspiró a pilotear motocicleta, aunque nunca he hecho ningún tipo de odisea parecida, ni mucho menos. 


Hasta el momento no he tenido lesiones graves por causa de mi afición a las motos. 


Algunos tienen clubes de Moto, yo no pertenezco a ninguno, cuando ellos pueden rodar, yo estoy haciendo otras actividades, quizá algún día cuando ya no tenga compromisos laborales, me una a alguno para recorrer senderos más lejanos y vivir otras aventuras distintas. 


Manejar es un arte, y un placer, efímero; a mis hijos les gusta, ojalá también disfruten (con precaución) de este gran placer que es andar en Moto. 



¿Y, tú tienes una moto?-