sábado, mayo 04, 2019

Malestar Docente

¿Malestar docente o maestros desequilibrados?

En todas partes se dice, si quieres puedes, solo esfuérzate, el cambio está en ti, antes que en los demás, y uno va por la vida creyéndose toda suerte de epigramas y frases construidas para que sientas poder de elegir ante varias posibilidades, cuando lo único que puedes elegir es resignarte a tu realidad y continuar o dejar de existir.

Una vez puestos los pies en el área del trabajo, el enseñar o aprender pierde esencia, lo que que importa en términos laborales es cumplir, cumplir horarios, llenar formatos, entregar a tiempo, no faltar, no dejar a un alumno sin derecho a clases, no mostrar indiferencia ante la apatía de ellos, en fin una serie de procedimientos  no escritos ante comportamientos humanos igualmente estresantes.

Un profesor está atrapado en la mente creativa de alguien que, si quiere ser profesor, si quiere ser útil, pero con el mar de información que orienta la sociedad a un estilo de vida ligero, en el que se proponen crear consumidores de todo menos de educación, es deprimente, es agobiante, uno termina por ser solo una piltrafa humana al servicio del sistema laboral educativo.

Los objetivos del docente no son los que persigue el modelo económico, lo que busca el otro es solamente adoctrinar en un esquema de saber hacer, no obstante, el saber queda desplazado por el hacer, y el hacer, la mayor parte de las veces, únicamente es simulación.

El éxito de la burocracia académica, quiero decir del modelo operante de exigir cuentas claras con estadísticas alegres de incremento de matrícula escolar o calificaciones inmejorables no es el éxito personal del docente, quien abrumado por la carga de trabajo su actitud es de enfado consigo mismo por no hallar la forma de cambiar.

Todo es velocidad, todo es apremiante, todo es para ayer, todo es perfección y todo es robotizado, menos humano, más máquina, nos han alienado.

Los padres de familia, los funcionarios, las autoridades educativas, los alumnos, los ninis, los criminales y delincuentes de cuello blanco, los que nos gobiernan, nos ven como una especie rara, somos blanco de criticas y no constructivas. Se han formado equivocadamente la imagen de que somos los maestros los responsables de los malos resultados en la educación.

El panorama educativo de México es un asunto de Estado, pero es ya de sobra conocido que lo que importa a los señores que hacen uso de los recursos de la nación, no es el tema educativo, sino otros muchos, entre ellos los salarios para los funcionarios, diputados o senadores por ejemplo.

Un profesor que invierte dieciseis horas en la preparación de su clase es rebasado cuando los estudiantes se encuentran expuestos a miles de mensajes distractores, desmotivantes, pesimistas, tendientes más a convertirlos en ninis, mediocres, esclavos o gente muerta. Hay casos en los que los alumnos no pueden imaginar su futuro ni siquiera con 12 horas de anticipación.
Imagine estas preguntas para un estudiante promedio, para un padre de familia y por último para un maestro.
¿Qué harás en las próximas 24 horas?
¿Qué dificultades tienes para aprovechar tu capacidad de aprendizaje?
¿Te alcanza lo que tienes, para la satisfacción de tus necesidades?
¿Te gusta aprender?
En el primer caso, los estudiantes quiza debido a su poca preparación academica y edad no sabrán responder, en el segundo caso lo mismo, y en el tercero habrá mucho por decir y poco que analizar. Lo cierto es que a los maestros se les exige, se les señala y se les recrimina a toda hora, pero no es igual a la hora de ver el papel que juegan los otros involucrados en el proceso educativo.

¿Quienes son los otros?.
Los padres de familia, el gobierno, los medios de comunicación y la sociedad en general.

El único que no tiene derecho a renunciar a su compromiso y llamado a servir es el maestro, de ahí en adelante todos hacen caso omiso de su responsabilidad.

Los diputados y senadores que aprueban al vapor reformas y reformas sin concenso, sin análisis, sin fundamento y razón. Pseudo representantes populares que no permiten el diálogo, no son sujetos a escrutinio, protagonistas de escándalos.

Medios masivos de comunicación que promueven un estilo de vida de "milagro", "te casarás con un rico siempre y cuando seas joven y bella"; "para qué estudiar si puedes ser narco o artista", "La rosa de Guadalupe nos salvará".

Padres que como válvula de escape las tardes o fines de semana se embriagan y se van de fiesta en fiesta para olvidar lo mal pagado que son, lo abusados que son día con día, la carestía de la vida y todo el veneno que generan de su condición a veces, miserable.

La sociedad que no es solidaria, la gente que es apática, los otros que dicen "no es mi asunto", ciudadanos desinformados y consumistas que solo les interesa el bienestar individual y no son capaces de sentir lo que los otros sienten, de respetar la diferencia y pensar un poquito como el prójimo.

Con lo anterior, no es de extrañar que el estudiante y el maestro se vean cara a cara abandonados, solos, desprovistos de apoyo, de las herramientas imprescindibles y necesarias para combatir la ignorancia, para afrontar el reto: superarse y desarrollarse profesional y personalmente.

El profesor que no tiene derecho a faltar un día por si le ocurre alguna fatalidad, no puede llegar de malos modos sino toda dicha y comprensión. El profesor que tiene que andar de prisa pues se le acerca la hora de irse a trabajar a un segundo empleo, otro que se relaciona con el primero o quizá no, esa persona que no se actualiza, la que no escucha, ni entiende a sus alumnos, en fin el que no tiene derecho de atender su familia,  no tiene trascendencia si tiene otras preocupaciones, lo que se le exige es perfección.

El maestro que en vez de ser visto como un agente de transformación positiva, se le achacan sus honorarios, sin derecho a demás a manifestarse ni a protestar por lo injusto de las leyes, son seres que reciben las malas opiniones, y tampoco tienen derecho a desaparecer, ¿Pues quien haría su trabajo?.

A todo eso, a los ojos y dedos del mundo, yo les digo. "No somos héroes"...y como dijo Terencio. Nada de lo humano me es ajeno.