¿Sabes porque me gusta viajar?
Yo recuerdo aquel texto que decía que un día la muerte
decide ir por una persona y viaja en tren, pero debía volver a cierta hora,
porque no había más que dos corridas a horas precisas. Descendida, la muerte va
a donde debería encontrarse Francisca, pero ella se había ido a sus cultivos,
sabedora de que tiene aún buen tiempo para cumplir su trabajo se encamina con
paciencia a buscarla, pero cada que llega a ese lugar, Francisca se ha ido. Así
fatigada al final de su jornada y cansada, vio su reloj y prefirió irse antes
de que la dejara el tren y Francisca despreocupada continuó ajetreada en sus
quehaceres.
Asi pienso yo debo de estar siempre, por eso me gusta
viajar, y escuchar mientras tanto en mi mente el estribillo de: “Volando vengo,
volando voy Deprisa deprisa a rumbo perdido, Cuando me buscan nunca estoy.
Cuando me encuentran yo no soy” de Manu Chao.
Amo viajar, pero si por razones de tiempo y economía no me
es posible, juego a viajar.
¿Cómo es eso?
Sal de casa, mira como si hubieses vuelto de un largo viaje,
como si no reconocieses fácilmente la calle donde vives, explora cada detalle,
color y sombra de la arquitectura. Explora y descubre los sonidos cotidianos,
como si fueses un visitante. ¡Eso es!... ¡Estás de vacaciones en tu propia ciudad!
Es mi truco. A veces en la llamada que me hace un conocido,
- ¿Dónde andas?
Les respondo:
- “En la frontera”.
Funciona siempre,
creen que estoy en los límites de un lejano lugar, pero estoy a veces entre el
jardín y la terraza, o en la banqueta, pero siempre estoy en la frontera, en la
frontera de la vida y la muerte. Yo sé eso, por eso me voy de viaje, (salgo de
vacaciones) aun sin que use transporte público, yo estoy viajando como el
viento, desde mi asiento frente a mi computadora, o andando entre el gentío.
A la distancia de lo
conocido, se le toma interés. Cada lugar visto es un conocimiento añadido. Tienes
en tus recuerdos varios episodios, y cada uno es una biblioteca de vivencias,
de sabiduría.
Si viajas, si caminas, si te mudas, emulas a los antiguos,
los nómadas, los migrantes, los que, por razones de violencia, trabajo o
antojo, cambiaban de lugar y residencia.
Además, cuando llegas a cualquier lugar, eres el extraño, la
novedad, todo fascina.
Viajar es renovarse, como si pudiésemos, desprendernos escamas
de nuestra piel, como las serpientes y adaptarnos a lo que sigue, el cambio
constante.
Recomiendo viajar,
irse, moverse, jugar, bailar, soñar, ser inquieto. Cuando la muerte llegue a
visitarles, se le haga complicado encontrarles.
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