domingo, abril 06, 2025

Solo a mi se me ocurre

 Tener un vicio es una persecución de la muerte y no hay que andarle tronando los dedos a tan respetuosa dama. 


Ordenar las cosas por categorías, cruzar los dedos, Santiguarse, pisar líneas determinadas del suelo al caminar, comenzar a subir una escalera o entrar en algún lugar con el mismo pie, son manías que reflejan un estrés controlado.


Pero el adicto es que depende para su estabilidad emocional, sustancias tóxicas, las mas comunes, el cigarrillo y el alcohol.  Todos conocemos a casos de los que asumen la adicción con convicción, resignación y devoción. Claro, un vicio cualquiera es un placer, lo malo son las consecuencias. 


En la mitología griega y romana, los marineros que escuchaban el canto de las sirenas se desviaban de su rumbo y se estrellaban contra las rocas, muriendo, eso mismo me parece ocurre con todos los placeres cuando se vuelven adictivos. 


Que tristeza y que alegría ser presa de una adicción, tener grilletes en el alma y no sacudírselos, no liberarse. 


El deterioro de la razón, la fragilidad de las emociones, el cansancio, el desgano son algunos de los síntomas de la abstinencia, por eso algunos prefieren no intentar abandonar nunca la adicción. 


Ejerzo benevolencia conmigo mismo, con mis manías. 


Una de ellas la procrastinación, pero no siempre procrastino. Van saliendo algunos proyectos, lo malo es que no se involucra en distintas tareas y luego hay que filtrarlas, pasarlas por un conducto de embudo estrecho, para saber con cuales puedes y con cuales no. 


Tuve colecciones enormes de casetes y discos compactos. Los clasificaba por género, fui melómano medianamente, ahora estoy en receso, termino medio, no en extremo, lo mismo con las películas, con los libros, y con todo. Ninguna de mis manías son un trastorno. 



A veces dejo libros inconclusos, porque se me extravían, soy distraído, a veces olvido donde los dejo. Tengo televisión, pero casi nunca veo los canales que nos ofrecen. 


Paso mucho tiempo en la computadora, se ha convertido en mi BlackBerry, desde acá monitoreo las redes sociales, leo textos literarios, (informativos casi no), entrevistas, películas, escucho música, converso ocasionalmente con amigos lejanos… y ahora estoy haciendo dos cursos de DOMESTIKA, increíbles, pero como no es fuerza que asista a clases, los tengo desde principios de año y no los he concluido. 


No creo que sea una adicción… ¡Aunque el primer síntoma es negarlo! 


Caramba. Solo a mí se me ocurre. 


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