martes, julio 02, 2024

13

 

Hoy cumple 13 el mayor de mis hijos.

 

Me recuerdo a esa edad. Algunas telarañas mentales comienzan a germinar, las ilusiones infantiles se decoloran. Cambian.

 

Veo hacia el ayer y lo encuentro jugando conmigo en los prados, donde está cantándome, en ese instante no hay un después, estamos él, su hermana, nosotros en una burbuja, a gusto explorando el universo.

 

Me representa, pero sobre todo representa a los que ya no están. Hay en él concentrado el reflejo de tanta sabiduría, audacia y visión de futuro. Es un potrillo juguetón.  Tiene la mezcla ideal de los atributos de sus ascendientes.  

 

Para festejar quiso ir a correr. Apenas pude acompañarlo, cuando yo doy un diez, el da el 1oo de su potencial. Es un volcán que está a punto de erupcionar, o quizá está erupcionando. Lo digo por la energía que tiene.

 

Cuando venimos de regreso, escucha atento mi disertación, le digo que es necesario reflexione como va administrar su vida, como requiere pensar con “madurez” los pasos que dará a partir de acá. Yo bien sé que es imposible que los adolescentes aquilaten los discursos de los adultos, y que la madurez llega cuando ya hemos tenido mil lapsus.

 

“Atraes lo que piensas”, y yo quiero que él piense en las posibilidades de su vida con optimismo, con valor, con honor, con entusiasmo y responsabilidad. La tarea también es mía, porque bien sé que se educa con el ejemplo. Estoy en eso, como su copia carbón.

 

Lo veo disfrutar todo lo que hace siempre acompañado de su música preferida. Afortunadamente su música es mi música. Pink Floyd, Led Zepellin, Kiss, Charly García, Luis Miguel, Timbiriche, Manu Chau, Joaquin, Sabina.

 

Los rituales que nos han impuesto para celebrar los aniversarios, incluyen comida, bebida, postre, ropa, accesorios en abundancia, derroche o exceso. No es que sea grinch, soy mesurado para participar de estos. Le digo que iremos a comer fuera, me responde: No, está bien así, no quiero nada. Y me lo dice muy formal.

 

Yo le digo que todos los días podemos celebrar, que cada día podemos agradecer el milagro de la vida y que no debemos hacer diferencia de un día, sí y otro no.

 

Hace años antes de pensar en formar una familia, escuchaba yo a la gente hablar inexorablemente de sus hijos y me aburrían, pensaba yo, y me preguntaba, si no tenían nada mejor que compartir en la charla, y resulta que es fantástico hablar de ellos, que hay un encanto inigualable en saborear los éxitos y acompañarlos en la mayor parte de sus aventuras.

 

Que se le va hacer, no sabía yo lo que era esa dicha.

 

Salud!.  

 

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