martes, junio 24, 2025

¿Se vale soñar?

 ¿Se vale soñar?


La vida es un sueño y no queremos despertar. Toda esta vida es un sueño. ¡Qué buena onda! ¿no?... O sea, un viaje, un alucín, un momento momentáneo. 


¿Lo mejor de estar vivo será estar soñando?... Se vale soñar. Pero soñamos con los ojos abiertos. Eso es vivir. 


Soñar es vital para todos, proporciona descanso y regenera la mente y el cuerpo, permitiéndonos funcionar de forma óptima al día siguiente. Pero eso es la cuestión científica. En la metafísica, son las ilusiones, propósitos y fantasías que se generan a corto, mediano o largo plazo. 


Dicen que cuando olvidamos y renunciamos a nuestros sueños, cuando nos resignamos a no alcanzarlos, es cuando se inicia el descenso hacia el final.  


Las cosas que nos hacen consumir son los deseos, los sueños. Soñamos con la energía, la juventud, la belleza, la esbeltez, la lozanía, en fin, con la eterna juventud. "El retrato de Dorian Gray" representa la aspiración humana de preservar la juventud a través de un recurso ilusorio que desafía el paso del tiempo. Sin embargo, al tratarse de una transgresión contra el orden natural de la existencia, dicho artificio se desmorona inevitablemente, confrontando al protagonista con el precio ineludible de su hedonismo sin medida. Aun así, en su fugaz tránsito por el placer, encontró un destello de gozo que, aunque efímero, pareció justificar la condena. 


Todos, o casi todos, renunciaríamos al status quo estable, solo por uno de aquellos años de juventud. Aquellos instantes en los que nos sentíamos invencibles, inabarcables, indescriptibles, con una adrenalina y una energía para explorar, conocer, descubrir, otros mundos, distintas maneras de habitar la realidad. 


Hoy se señala de ridículos a aquellos que se tiñen el cabello o se lo implantan, que se reconstruyen los pómulos, los que a través de cirugías intentan mantener la figura de los años mozos, a quienes se les dice "Ya señora, siéntese", a quienes se les apunta con el dedo, diciendo que sus tiempos ya pasaron. 


Hace unos años, durante una visita a la Ciudad de México, estuve en el parque de la Ciudadela y los fines de semana vi a tres o cuatro grupos de bailarines, quienes, a lo largo de tres o cuatro horas, bailaban música de los setenta, ochenta y noventa. Tenían una sonrisa de oreja a oreja y parecían actores de película, con la vestimenta de la época y la coreografía original de los bailes famosos. Un aguafiestas pronunció: "Qué pena me dan los que no aceptan el paso del tiempo". 


A mí me agradan los chavorrucos, ¿Qué hay de malo en aferrarse a sus momentos de gloria? Mientras no provoquen daños a terceros. 


Le invito a escuchar un temazaso del Gurú del Rock en México don Alex lora, búsquela en su Spotify, le comparto un fragmento de la letra: “Tú eres como un sueño/Y yo tan solo soy un pobre soñador/Tú eres como un sueño/Y de ese sueño nunca quiero despertar/Por eso/Nunca los ojos quisiera volver a abrir/Soñando/Así es como quiero vivir”


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