¿Conoces gente así?
En el mundo hay
micrófonos y altoparlantes
Hay seis mil millones
de habitantes
Hay gente ordinaria y
gente elegante
Pero, pero, pero
… No hay nadie como tú
-
Calle 13
Vengo a la computadora y … ¿Qué venía yo a hacer?.
Bajo por un café y me distraigo, subo y vuelvo a bajar porque
el café se ha quedado en la cocina. Llego y me entero que hacen falta
tortillas, pero me falta también efectivo para pagarlas, debo de ir al cajero para
hacer un retiro, pero no sé donde dejé mi cartera, yo no sé donde la dejé, no
le he dicho a nadie, pero llevo casi una semana que no sé donde la dejé, debe
de estar por allí, por allí también debe de estar la copia de las llaves de la
moto, estoy usando las llaves de repuesto, pero si extravío estas, a fuerza debo
de encontrarlas. Y con el efectivo, lo resuelvo haciendo retiros sin tarjeta,
el problema es que a veces tampoco encuentro el móvil.
¿En que estaba?... si, que estaba en la computadora, y que
venía a leer y/o a escribir, pero antes quiero escuchar algo de música, ¿Qué música?,
lo de siempre o algo nuevo. No debo dejar que la aplicación me domine, pretende
saber mis gustos, si pongo algo que es balada pop, me ofrece toda la onda noventera,
y ochentera, claro sabe mi edad. Cree que yo oigo lo que oyó mi generación,
pero no es así, mientras todos oían lo del momento, yo estaba en otras esferas.
Soy ecléctico, son holístico sincrético, sintético,
equidistante.
Si pudiera hablar la computadora, si pudiera decirme lo que
de mi sabe, lo exasperante que puedo ser, cuando la enciendo, y la abandono,
salgo a dejar a mis hijos y esposa a la escuela, vuelvo, y en vez de sentarme
de nuevo a lo que estaba yo haciendo, me acuerdo que tengo una lectura
pendiente, uno de tantos libros que no he terminado, son tantos y tantos, son pirámides
de libros que van de la altura de la computadora en el escritorio hasta el
suelo, a veces lo subo al colchón, pero luego cuando me duermo lo paso a la
mesa de la compu, pero cuando vengo a la compu, lo paso al suelo, porque ya no
hay espacio en el librerito que tengo aquí en el mediano cuarto, por si se ofrece leer algo pronto.
Abro el libro, y pienso, que música puede acompañarme a leer
¿Música clásica, Blues, rock marimba? No mejor nada, leo. Es una crónica de
Juan Villoro, está hablando de que hace un viaje y en el aeropuerto de una
ciudad del norte, se ha subido a un avión de hélice, ignoro si explica en su
crónica, porque lo aborda, entiendo que va a Ensenada, estoy leyéndolo, y
siento que algunas cosas se me están pasando por alto, no pasa nada, es así,
siempre ha sido así desde siempre leo y se me pasan detalles, puede ser que mi
cerebro los omita, los discrimina, porque sabe que no es necesario que los
recuerde, confío en mi intuición de encontrar el tema central, el conflicto
central, la savia, el jugo, el oro más pulido de la historia. Villoro reseña de
una mujer que se le sienta a un lado a pesar de que le han dicho que no deben
de sentarse donde quieran, si no donde les asignen para equilibrar el peso.
El hecho es que está leyendo un libro. Si es un libro que se
llama “El día de todas las almas”, como va vestido de negro y sobresale su
cuello blanco al final de su suéter negro, la mujer que va a su lado, cree que
es sacerdote, y le hace una pregunta con fines espirituales.
De inmediato fui a la computadora, la que estaba encendida
desde temprano, pero no había leído ni escrito nada, primero porque fui a dejar
a mis hijos, segundo por que olvidé el café, tercero porque me distraje buscando
una canción, y luego me puse a leer. Aquí hago una pausa porque puse a cocinar
algo en la estufa, no debo de olvidar eso, de lo contrario se irá por la borda
la comida del día.
Después Googleo el libro que está leyendo Juan Villoro y lo
intento comprar, pero no es posible, porque por azares de la tecnología, no registra
bien mi ubicación. En fin, recuerdo que quería escuchar algo de música, voy a
poner a Rockdrigo.
A falta de tener con quien charlar, converso con mi alter
ego, y le digo:
–¿Te acuerdas de la entrevista que vimos que le hicieron a
Guillermo Arriaga?
–¿Cual entrevista?
–La que vimos apenas, y él habló del trastorno de Déficit de
Atención que ha tenido desde siempre, y como ha lidiado con eso.
–Es cierto ya me acordé, por eso empatizo mucho con él, con
todos los artistas. ¡Que difícil ha de
ser artista! Que difícil ser disciplinado.
–Por supuesto, pero así es esto.
Vuelvo a sentarme frente a la computadora, en la hoja en
blanco. ¿Qué venía yo a hacer?
¡Mejor me voy a la cocina!
La computadora puede esperar.
#EsdrasCamacho
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