jueves, noviembre 07, 2024

¿Conoces Gente así?


 

¿Conoces gente así?

En el mundo hay micrófonos y altoparlantes

Hay seis mil millones de habitantes

Hay gente ordinaria y gente elegante

Pero, pero, pero

… No hay nadie como tú

-          Calle 13

Vengo a la computadora y … ¿Qué venía yo a hacer?.

Bajo por un café y me distraigo, subo y vuelvo a bajar porque el café se ha quedado en la cocina. Llego y me entero que hacen falta tortillas, pero me falta también efectivo para pagarlas, debo de ir al cajero para hacer un retiro, pero no sé donde dejé mi cartera, yo no sé donde la dejé, no le he dicho a nadie, pero llevo casi una semana que no sé donde la dejé, debe de estar por allí, por allí también debe de estar la copia de las llaves de la moto, estoy usando las llaves de repuesto, pero si extravío estas, a fuerza debo de encontrarlas. Y con el efectivo, lo resuelvo haciendo retiros sin tarjeta, el problema es que a veces tampoco encuentro el móvil.  

 

¿En que estaba?... si, que estaba en la computadora, y que venía a leer y/o a escribir, pero antes quiero escuchar algo de música, ¿Qué música?, lo de siempre o algo nuevo. No debo dejar que la aplicación me domine, pretende saber mis gustos, si pongo algo que es balada pop, me ofrece toda la onda noventera, y ochentera, claro sabe mi edad. Cree que yo oigo lo que oyó mi generación, pero no es así, mientras todos oían lo del momento, yo estaba en otras esferas.

 

Soy ecléctico, son holístico sincrético, sintético, equidistante.

 

Si pudiera hablar la computadora, si pudiera decirme lo que de mi sabe, lo exasperante que puedo ser, cuando la enciendo, y la abandono, salgo a dejar a mis hijos y esposa a la escuela, vuelvo, y en vez de sentarme de nuevo a lo que estaba yo haciendo, me acuerdo que tengo una lectura pendiente, uno de tantos libros que no he terminado, son tantos y tantos, son pirámides de libros que van de la altura de la computadora en el escritorio hasta el suelo, a veces lo subo al colchón, pero luego cuando me duermo lo paso a la mesa de la compu, pero cuando vengo a la compu, lo paso al suelo, porque ya no hay espacio en el librerito que tengo aquí en el mediano cuarto,  por si se ofrece leer algo pronto.

 

Abro el libro, y pienso, que música puede acompañarme a leer ¿Música clásica, Blues, rock marimba? No mejor nada, leo. Es una crónica de Juan Villoro, está hablando de que hace un viaje y en el aeropuerto de una ciudad del norte, se ha subido a un avión de hélice, ignoro si explica en su crónica, porque lo aborda, entiendo que va a Ensenada, estoy leyéndolo, y siento que algunas cosas se me están pasando por alto, no pasa nada, es así, siempre ha sido así desde siempre leo y se me pasan detalles, puede ser que mi cerebro los omita, los discrimina, porque sabe que no es necesario que los recuerde, confío en mi intuición de encontrar el tema central, el conflicto central, la savia, el jugo, el oro más pulido de la historia. Villoro reseña de una mujer que se le sienta a un lado a pesar de que le han dicho que no deben de sentarse donde quieran, si no donde les asignen para equilibrar el peso.

 

El hecho es que está leyendo un libro. Si es un libro que se llama “El día de todas las almas”, como va vestido de negro y sobresale su cuello blanco al final de su suéter negro, la mujer que va a su lado, cree que es sacerdote, y le hace una pregunta con fines espirituales.

 

De inmediato fui a la computadora, la que estaba encendida desde temprano, pero no había leído ni escrito nada, primero porque fui a dejar a mis hijos, segundo por que olvidé el café, tercero porque me distraje buscando una canción, y luego me puse a leer. Aquí hago una pausa porque puse a cocinar algo en la estufa, no debo de olvidar eso, de lo contrario se irá por la borda la comida del día.

 

Después Googleo el libro que está leyendo Juan Villoro y lo intento comprar, pero no es posible, porque por azares de la tecnología, no registra bien mi ubicación. En fin, recuerdo que quería escuchar algo de música, voy a poner a Rockdrigo.

 

A falta de tener con quien charlar, converso con mi alter ego, y le digo:

–¿Te acuerdas de la entrevista que vimos que le hicieron a Guillermo Arriaga?

–¿Cual entrevista?

–La que vimos apenas, y él habló del trastorno de Déficit de Atención que ha tenido desde siempre, y como ha lidiado con eso.

–Es cierto ya me acordé, por eso empatizo mucho con él, con todos los artistas.  ¡Que difícil ha de ser artista! Que difícil ser disciplinado.

–Por supuesto, pero así es esto.

 

Vuelvo a sentarme frente a la computadora, en la hoja en blanco. ¿Qué venía yo a hacer?

 

¡Mejor me voy a la cocina!

La computadora puede esperar.


#EsdrasCamacho

No hay comentarios:

Publicar un comentario