martes, junio 25, 2024

No debí de hacer eso, ja.












Era nuestro segundo día de estancia, había que aprovecharlo, el día siguiente era el vuelo de regreso, y, ya no cuenta, porque por el tiempo se evapora.


La algarabía de sus calles es sorprendente. Todo es comercio, formal, informal e híbrido. Las cuadras de la ciudad capital, valen por dos de cualquier otra ciudad. Lo que hace que los pasos se dupliquen.


En la plaza de la tecnología, dejé un disco duro extraíble dañado, me aseguraron que podrían recuperar su información, pagué 500 pesos. 


Rumbo al zócalo, vi unas prendas de vestir que corresponden con mi estilo, pienso desde hace tiempo no me compró nada. Decidí regalarme dos chamarras de gabardina, tipo camisas. Gasté 1000 pesos. 


Fuimos buscando un café, y lo encontramos, pero antes, pasé por una librería con amplias vitrinas de reojo vi unos ejemplares con temáticas interesantes para niños, yo que tengo tres hijos, decidí comprarles. Reflexioné si su precio era adecuado, y me convencí. Pagué 350 pesos.


Ahí comenzó la emoción. 


Tengo, ya ubicado donde más se pueden conseguir libros a bajo costo, así que enfilé mis pasos a los locales que se ubican. 

Llevaba 800 pesos en efectivo, tenía en mente que debía incluir en eso la comida y la cena del día. No me importó. Con el himno de venta en mi mente, compren, compren, compren. Pache, pache, pache. Vi la colección de Bukowsky, y me compré dos; de Kerouak, uno; Herman Hesse, uno; Las mil y una noches, uno; más libros de niños, tres; Saramago, uno; ejemplares de colección de Algarabía tres; Villoro uno; desconocidos con títulos interesantes, dos. 


Durante la euforia, atraigo lo que busco. 


Cuando encontré títulos de Carlos Castaneda, pienso debo llevar, uno, meto mi mano a la bolsa, y ya no tengo, solo treinta pesos. El dueño de la mesa de libros, interesado me hace una rebaja, pero ni con eso, ya no tengo efectivo. Salgo de ese lugar. 


Avanzo a la calle Donceles, iré a recoger una cámara de un local para llevarla otro, donde la arreglarán, aún buscaré. Encuentro el local adecuado y transfiero de la banca móvil 1000 como anticipo. En mi mente ahora hay focos de alerta naranja encendidos, ya no me está quedando suficiente dinero para la supervivencia del día, ni la de mañana, ni para el regreso. 


Camino de vuelta al departamento encuentro mil cosas más, pero ya no puedo permitirme comprar nada. 


Camino y me percato que me duelen los pies, el sol de mediodía está intenso. El peso de la bolsa que llevo me parece un fastidio, no he comido y me siento deshidratado, parezco el pájaro loco cuando le hacen pagar sus fechorías, y debe aceptar su castigo. 


Subiendo las escaleras del departamento, me llega otra idea, y es la de un meme donde un personaje caricaturesco está en la cama, mientras con la vista al techo dice: “No debí de hacer eso, ja”

miércoles, junio 19, 2024

Los zompopos de mayo que ahora salen en junio.

 Los zompopos de mayo que ahora salen en junio.

 

El exquisito manjar que una vez al año probamos en Motozintla, es una hormiga con alas. Se espera con ansias, las primeras lluvias fuertes, antesala de su cosecha.

 

El zompopo más que un alimento es un antojo, una botana. Para su recolección hay que ir a los nidos, o esperar en el poste de alumbrado público de su preferencia.

 

Si se va al nido, hay que tener valor y paciencia, las hormigas salen desde primeras horas del anochecer hasta el amanecer, lo hacen con lentitud, mientras uno está velándolo en el boquete para agarrarlos. La dificultad mayor son los piquetes de las hormigas, unas de mayor tamaño, sus defensoras y guerreras que muerden tan fuerte que desprenden pedazos de ropa, plástico y piel.

 

Si estamos en el poste de luz, hay que asegurar que no haya flujo vehicular que nos impida recolectarlos, una vasija con agua para ir depositándolas ahí, a fin de que no levanten de nuevo el vuelo.

 

Además del exquisito sabor, el ritual para su recolección es trascendente. Algunos llegan tarde al trabajo y los niños incluso se toman el día libre para reponer fuerzas del desvelo. Yo, en la secundaria lo hice, fui al nido y viví la experiencia de brincar de dolor y gusto, dolor por las mordidas de las hormigas, gusto de saber que tendría más tarde la recompensa.

 

Recuerdo que lo llevaba a la escuela y no importara que sus residuos adornaran mis labios y mis dientes, ¿Quién me quita el placer de su sabor en mi paladar?

 

Y la primera pregunta para abrir conversación al día siguiente es ¿Agarraste zompopo?, ¿Cuánto agarraste? ¡Tu si te valeaste!... así se recreaba las anécdotas divertidas de haber invertido tiempo en su cacería.

 

Recuerdo también que como la mayoría de las casas tenían techo de lámina, ahí se estrellaban y con el ruido que hacen, la gente se levanta con prisa a atraparlos, algunos dejaban los focos encendidos en su patio, o bien usaban la escoba y agua para barrerlos en la banqueta, después lo espurgaban.

 

El zompopo se come, pero también cuentan que tiene propiedades curativas, vitaminas, antioxidantes, minerales, lo ignoro y creo que todos lo ignoramos.

 

Sigue siendo el mismo ritual, aunque es escasa la producción ahora, supongo porque no hay lotes baldíos o patios de piso de tierra.

 

Mis hijos me piden ahora que ponga la alarma y adormilados les llamo a las 4:30 de la mañana para ir en su búsqueda. Adoro verlos con esas pequeñas manitas intentando atrapar al por mayor las hormigas que agitan sus alas en el pavimento.

 

Mi mamá que es de verdad un buena zompopóloga, hace sus caminatas a las afueras de la ciudad y descubre en algunas calles los nidos, de ahí va acompañada o sola a recogerlos, hoy me tocó ir con ella, juntamos entre los dos, un litro. Así se mide el zompopo por litros acá.

 

Es un gran ejercicio, cada zompopo recolectado es una sentadilla.

 

Ahora estoy tomando un suero vida oral, para reponerme.

martes, junio 11, 2024

Somos río que fluye

 Somos río que fluye


El que con lobos anda a aullar se enseña. Esta frase es popular y muy socorrida por las madres mexicanas de todos los tiempos, filosofía práctica. En pocas palabras lo dice todo. 


Ahora con la explosión de las tecnologías, usted Googlea o escribe en el buscador de la plataforma que quiera ejemplos hay muchos de animales que imitan el sonido que escuchan. 


Pues yo, no aparezco allí, por ser de raza humana, pero si he aprendido a aullar como el lobo líder, Hernán Becerra Pino, quien ha tenido la osadía de convertirse en uno de los promotores más sobresalientes del arte más importantes en la República Mexicana.  


Con mi maestro y amigo, paisano Hernán Becerra Pino hay una amistad intelectual, desde aquella vez que me dio clases en uno de los talleres que impartía en la Casa de la Cultura de Tapachula, hace casi dos décadas.


Ahí ante un pequeño grupo de discípulos suyos, nos dijo, lo que todos sabemos ocurre en todas partes “En nuestro país, nadie reconoce a nadie” y bien hemos comprobado que al arte se le ha considerado solamente como un espectáculo trivial. Pero el arte fortalece el espíritu, entusiasma la imaginación y ayuda a bien vivir y, por ende, a bien morir. 


La enseñanza que me ha dado, es la de ser enlace, ser canal o intermediario para que más y más personas se conecten, intercambien sus fuerzas para su recíproco desarrollo. Esta tarea que solo él se la ha puesto, me ha inspirado, a partir de esa influencia, hemos replicado el modelo que le ha funcionado para evidenciar y compartir los talentos, reconocer y agradecer lo que de otros recibimos, dar y ayudar agradecido, a los demás. 


Somos río que fluye y a su paso mejora su entorno, agua que se une a otra agua y forma vertientes que unidos como un caudal desembocarán a su vez a otros ríos, y al mar. 


Nuestras dinámicas sociales son redondas, como el arte. Ayudando al otro nos convertimos en acróbatas que soltándose del trapecio se apoya en las manos de alguien que nos sostiene brevemente, ese movimiento le permite ayudar y ayudarse para realizar sus acrobacias al vuelo. 

 

Nuestra existencia es elíptica.


Recibimos para volver a dar. 


Que no nos seduzca el pensamiento de quedarnos con algo, de ocultar o guardar nuestras capacidades. 


Esta es la maravilla de la existencia, compartir, ayudar y recibir sirviendo. En el entendido de la comunidad que somos.   


#EsdrasCamacho

11 de Junio de 2024


jueves, junio 06, 2024

El dilema eterno de la Escuela

 Han sufrido con asignaturas anacrónicas, miles de personas, porque el aprendizaje de esa información no corresponde a la realidad contextual, a la motivación de comunidad o  de las familias, debido a su disparidad, su complejidad, o desconexión. 

Por eso, uno aprende mecánicamente, absurda información innecesaria, repitiendo datos, que pueden ser ciertos, pero que son por donde se le vea, son protocolarios, flotantes. 

 Hallé maestros que no se ganaban el título, ocupan un recuerdo lejano en mi memoria, pero no me nutrieron el espíritu.  

Por otra parte, hubo una gran cantidad de exitosos seres que eran capaces de extrapolar la información en planteamientos de interés para todos, ellos nos llenaron de energía, nos motivaron y nos mantuvieron en el sendero adecuado. 

El asunto de la escuela es pantanoso. 

Por un lado está la comunidad afectada por las innumerables distracciones de la era del vacío, los profesores con carencias para incorporar a su modelo de enseñanza las órdenes del poder, y por el poder institucional que insiste en instruir a todos como soldados de un regimiento invisible. 

El dialogo que fue la escuela se perdió, se convirtió en dictadores y esclavos, custodios y reos. 

Por eso no seduce la escuela. 

Cuando nos agobie la desesperanza por las circunstancias, invito a no perder de vista el punto inicial de la educación, libertad de la ignorancia al individuo, empoderarlo, vivir mejor, procurarles otros modos de mirar y transformar su realidad.