viernes, marzo 28, 2025

Salud Maux

 


Otra de las personas con las que tengo plática para concluir y empezar mil ocho mil mundos es Maria Auxilio. Maux. 


Hace décadas mientras cursaba la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la UNACH llegábamos al teatro de la ciudad los estudiantes de la universidad y hacíamos antesala en los escalones, mientras iniciaban las funciones de la muestra internacional de cine, ella llegaba sola o acompañada, pero al instante ya tenía con quien hablar del contexto o del Director, de la escenografía, de la temática de la película. Yo no me acercaba porque estaba en mis propias ondas. 


Ya como profesor de asignatura en la Universidad del Valle de México en Tuxtla, coincidimos de forma azarosa en la sala de computación, así como si me conociese me hizo la advertencia de que vacunara mi USB, después de usar alguna de esas computadoras. 


Nos hicimos amigos y nos hemos acompañarnos, algunas veces de manera telefónica en una charla que pretende solo ser un saludo sencillo y se extiende platicando de cosas en común como procrastinadores profesionales. 


Yo iba a su casa a leer ediciones recientes o atrasadas de periódicos como El País de España y Le Monde Diplomatique de Francia, al tiempo de oír jazz, blues y rock. Me gusta su charla porque, aunque es de un amplio bagaje cultural lo tropicaliza para hacerlo entendible a cualquiera. 


Ha presentado distintas exposiciones fotográficas en el estado, en el país y en el extranjero. Le he visto pocas, pero las pocas fotografías que le he visto, me han dejado impresionadísimo.  


Conozco alguna de sus facetas, no ha habido suficiente tiempo para conocer las demás. Sabe de Sociología, psicología, filosofía, poesía, fotografía, medicina ancestral, yoga y quien sabe cuantas cosas más. Gracias a ella he descubierto excelentes intérpretes, grandes autores, magnificas películas. 


Me ha compartido y he aprendido a entender su sentido de la amistad más allá de las simples expresiones retóricas, una amistad es empatía y atención, tan difícil en estos tiempos.



No nos habíamos visto, hace días estuve en San Cristóbal y nos pusimos al día. Tuvimos oportunidad de desayunar en su domicilio, hacer un paseo a un parque temático, una cafetería temática, una antesala en el parque central y la deliciosa comida asiática con dos o tres kombuchas. 


Sigue siendo leal a ella misma, sigue siendo la que traté hace dos décadas. Una artista apasionada, critica, rebelde, propositiva, humana, generosa y alegre. 


Hoy le llamé, conversamos unos minutos, me hizo sugerencia de algunas películas que ha visto, me ha puesto al corriente de sus proyectos, concluimos y al colgar, me di cuenta que hacía falta que siguiéramos hablando más, había muchísimo más que contarnos. 


Será Pronto. 


#EsdrasCamacho 




domingo, marzo 23, 2025

Parece que va a llover

 

Parece que va a llover

 

Habían hecho una exploración fotográfica durante la mañana, era hora de volver, cada uno en su motocicleta. La carretera era blanca…no amarilla… no anaranjada. ¡Si! anaranjada como los lentes que llevaba Joaquín.

 

Era mediodía y habían gastado las pilas de sus cámaras fotográficas.  

 

Joaquín sintió sed, pero no dijo nada, se lamió los labios y encontró el sabor a sardina de lata que habían comido recientemente.

 

Algunas veces se adelantaba Eduardo y otras Joaquín, pero siempre estaban buscando coincidir., como los actores en la película aquella donde cantan “Parece que va a llover, el cielo se está nublando…”. Pero no, no iba a llover, el sol caía a plomo.  

 

En los oídos de Joaquín se había tatuado una música extraña, era una música de fondo proveniente de algún lugar. Vio las montañas y al instante escuchó que Eduardo dijo, —Estas montañas he recorrido yo con mi moto, una carabela 110, de los años ochenta. Me da gusto que nos estemos acompañando ahora en este 2025. Hicieron un alto, se dieron la mano y continuaron.

 

—En cuanto lleguemos nos tomamos un refresco. Pronunció Eduardo.

 

«¿Qué cambios habrán tenido estas montañas en cuarenta años?» pensó y la música se intensificó. Eran violines, le estaba comunicando paz y por momentos ansiedad.  ¿Se preguntó que pasaría si en vez de acelerar con la mano acelerara con los pies?, ¿Habrá motos en las que se aceleren con el pie, como las motos acuáticas? Al instante recobró conciencia, había transcurrido uno o dos kilómetros sin estar consciente, las ruedas estaban girando, había estado haciendo los cambios adecuados, iba y no iba, estaba atento y a ratos ausente al camino.

 

«¿Por qué me estoy desconcentrando?», pensó. La música cambió de ritmo y se acordó de aquellos años en que tuvo tres amores a un mismo tiempo y a riesgo de convertirse en cuatro, solo que el último no alcanzó la importancia. Imaginó la pantalla dividida en cuatro extremos, izquierdo superior, derecho superior, izquierdo inferior, izquierdo inferior. En uno de ellos estaba Fanny que le había dicho, voy a esperarte siempre, tu siempre serás mi papito, así le decía, decirle papito era una señal de amor erótico. En otro cuadro, vio a Marisa con sus pelambres rubios de espalda sobre una embarcación el horizonte se acercaba en un zoom, le hablo diciéndole, “Qué bueno que no te fuiste”, pero si se había ido, no se había quedado con ella, hacía tiempo que habían concluido su relación sentimental. En el otro cuadro, los papás de Angie, le estaban diciendo “si es tu elección quédate con él, pero que se haga responsable, el asunto es mediante matrimonio”, y en el último estaba él llegando a una ciudad sin saber a quién de las tres ir a ver primero.

 

Pero nada de eso era real. Él seguía sobre la moto conduciendo con extraña estabilidad, pensando «¿Por qué es necesario la cadena pensó, podría darse la ocasión que fluyese y las ruedas rodasen solo con la energía del pensamiento»?

 

Encontró a Eduardo a una distancia cercana, se detuvo. Levantó el visor de su casco para escucharle.

 —¿Qué tal estuvo el viaje?

 —¡Alucinante!

 

Descendió de la moto y la música cesó por un momento.  Caminaron juntos a la refresquería.

 

#EsdrasCamacho

23/03/2025

jueves, marzo 20, 2025

No te acordabas

 


No era para siempre eso hoy lo tienes claro. Piensas cuando te ves convertido en mayor. ¿Me ves de repente algunas veces?... ¿Qué piensas? ¿Cómo te me imaginas?

 

Aquellas tardes en las que te pasabas viendo el techo, mientras las luces de la tarde  proyectadas desde la ventana, evolucionaban de amarillas, naranjas, celestes, purpuras, azules y negras, mientras ocasionalmente llegaba la lluvia y era el escenario perfecto, tú con los brazos en cruz sobre tu cama, oyendo “Rides of the storm”.

 

Tuviste veintiuno, luego llegaron los veintitrés, los veintisiete, los treinta y tres y los cuarenta están pasando muy bien. Alivianado ¿verdad?

 

Debo reconocerte, decir que te han salido bien las cosas, que me estás dando una lección a mí, tu yo de joven, ese que no veía con nitidez tu futuro, ni el de nadie.

 

Si, nihilista te queda muy bien, no anarquista, más que creer que hay algo injusto, es mejor no creer en nada. Por Dios, cuanta imprudencia, cuanta inconformidad, cuanta desobediencia.

 

¿No te acordabas?

 

Quisiera decir que te costó hacer amigos, pero no es cierto, tienes varios y muy buenos. Pero en aquellos días, tu mirada lapidaria cercenaba de raíz los hipócritas, los cretinos, si es cierto te golpeaste algunas veces, pero accidentalmente, porque vivir es estar en un eterno trampolín, algunas veces logras hacer una pirueta circense que merece los aplausos y otras sales volando al vacío.

  

Eras retador, insoportable. Elegiste de todos los caminos el más espinudo, que manía esa de elegir lo insospechado. “no quiero cometer los mismos errores de todos” pronunciaste con soberbia, y tu interlocutora te aterrizó diciendo —No quieres cometer los mismos errores de los demás. Quieres cometer otros. —Sí, así mismo.

 

Tu falta de visión, ambición, tu falta de disciplina, tu personalidad sinvergüenza. Cuantos desencuentros te hubieses ahorrado, con un tantito de mesura y prudencia. Te gustaba decir de ti mismo que eras un caballo desbocado y solo la soledad te daría sosiego… y ciertamente así fue.

 

Aquella frase que alguien pronunció diciendo “la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo”. Déjame decirte hoy, ¡Cuanta salud tienes!

 

¡No sé cómo lo hiciste!, pero te salieron bien las cosas. ¡Eres lo mejor que te ha pasado!

 

Seguramente es satisfacción lo que experimentas hoy al verte a ti mismo convertido en ese que ves. Quizás seas mayor.

 

Quizás tengas futuro que contar.

viernes, marzo 07, 2025

Ayer bebí demasiado café…

 

Ayer bebí demasiado café…




Como había de ser en la compañía anfitriona de un tenor de la escritura.

 

Un viaje el insomnio, no dejé de pensar en la última escena, voy a las viandas del parque central y mientras ceno unos tacos suaves, de fondo tengo una orquesta de marimba tocando supongo las últimas piezas, música de antaño, pasan de las diez y media de la noche y si que hubo fiesta.

 

Hace algún tiempo, mientras estudiaba el bachillerato suponía que estudiaría la universidad en Comitán, pero no fue así, la carrera que buscaba no estaba acá.  Entonces no hubo quien me presentara, nadie me hablo de ella, yo la descubrí, yo que de paso a Tuxtla en el autobús, decía, un día vendré.

 

Será la memoria de aquella película de Woody Allen, en la que por las noches en cierto lugar en un alucine se encuentra con Picasso, Hemingway, Dh. Lawrence, etcétera y mi arrebato sostenido recorriendo sus curvas. Vengo cada que puedo a extraer como los mineros, un tanto de iluminación, todos deberíamos tener un romance en la vida así, como yo lo tengo con esta ciudad.   

 

El aroma de la flor de durazno es una exquisitez, más si es por la mañana, en ayunas, y los rayos de sol que van iluminando las tejas de los techos, como las olas del mar cuando van ganando terreno.

 

¿Qué sigue?

 

Desayunar claro.

 

Una de mis personalidades, la bufonesca me ha dicho, imagínate que te dijeran ¡Calle Para siempre!  

 

 Me demoro viendo los entresijos de las piedras en las calles de la ciudad, acordándome de aquel relato de Rosario cuando fue niña y piensa que una de las bestias de carga al verle sus bracitos tan delgados pasar cerca de su hocico, en vez de morderla, se iban a reír de ella.

 

Entonces ¿Qué embrujo me trae?... hasta acá.

 

Busco el fantasma de Rosario, el de su Nana, el de Mario, quiero decirles, no permitan que la realidad nos despierte, que no me avergüence de este arrebato que hoy escribo como testimonio.

 

Y, yo que junto mis ahorros, de poco en poco para venir acá, para amarte, porque quizá haya otros que lo hagan también, a ver quién se cansa primero, si ellos, o tú, o yo.

 

Hay una eternidad para nosotros.

 

Voy a casarme con Comitán… no en Comitán,

 con Comitán,

 y tendremos muchos comitecitos,(as).

 

 

Me gorgeas

Me viertes

Yo te suspiro

Yo te encamo

Te bebo

Tú me fertilizas.

 

 

¿Y si me lo encontrara… será que me quisiera Rosario, no diría que tengo una cara igual que todos?  ¿Y se fuese brincando, viendo otros rostros?

 

Digo esto mientras deambulo absorto sus calles y contemplo su majestuoso espíritu blanco exhala el horizonte.  

 

07/03/2025

 

#EsdrasCamacho