martes, marzo 05, 2024

Antes de partir

El año 2020 fue de conmoción para la humanidad.

 

La oleada de infecciones cardio respiratorias proveniente de un país asiático, llegaría a todo el mundo, en forma de pandemia. Autoridades científicas que declaraban estar ante un ensayo del fin del mundo. 

 

Las escenas pesadillescas donde se veían hombres ataviados con singulares trajes impermeables de protección del cuerpo depositar diariamente, decenas o centenas   de cadáveres de víctimas contagiadas, en fosas comunes.

 

A nivel mundial a fecha de 8 de agosto de 2023. Hasta ese día se habían contabilizado aproximadamente siete millones de muertes debidas al virus, de las cuales 5.272 ocurrieron en China, lugar en el que se originó el virus.

 

La gente bajo encierro, las calles vacías, empresas en quiebra, comercios cerrados, angustia y pánico, el mundo en zozobra, era el panorama. Se habían prohibido los besos, los abrazos y lo saludos de mano.

 

Al ser una enfermedad nueva, se cometieron errores y malos diagnósticos. Aumentó la demanda de respiradores artificiales, pacientes con pulmonías, eran confinados con los demás, de todas formas evolucionarían hacia el mortal covid-19.  

 

Tuve conocidos que, de solo pensarlo, sin haber padecido los síntomas, fallecieron infartados.

 

Estar vulnerables ante el covid-19 era como estar ante un inminente incendio de tu hogar, demasiado ingenuo no tomar medidas, ante la emergencia.

 

No hubo opción, o te vacunabas o eras señalado de enfermo, terrorista. Se sospechaba del otro, se desconfiaba del contacto visual incluso. Por eso Vicky, y yo nos vacunamos, en el 2021.

 

“A mediados de marzo de 2023 más de 5.500 millones de personas -el 71,3% de la población mundial- ya estaban vacunadas con al menos una dosis”.

Fuente::https://www.rtve.es/noticias/20230313/vacuna-coronavirus-mundo/2073422.shtml

 

Voces de connotados intelectuales, divulgaban en menor proporción las consecuencias de la vacuna incluirían un microchip 5G que permitiría el monitoreo individual desde dónde hemos estado y con quién, hasta la temperatura de nuestros cuerpos.

 

Lo hicimos y nos sentimos parte de “los elegidos”, porque incluso para regresar al trabajo, se nos pedía el certificado de vacunación.

 

La evidencia no científica,  distinguía que varios de los vacunados, fallecían, aún con la vacuna. La paz no llegaba. Lo que llegó fue el olvido.

 

Pero la enfermedad no descansa y vuelve a amenazar en el 2024 a la humanidad.

 

Si hay efectos secundarios por la vacuna, o no los hay. Será lo que será. Estamos de un lado, bifurcados por la élite.

 

Reflexiono: No hay un único fin del mundo, hay muchos.

 

Todos los días para alguien es el fin del mundo.

 

Si de algo hay que ocuparse antes del fin, es de vivir. No lo vea con tintes melancólicos, haga su lista de cosas por experimentar antes de partir.

 

 Cuídese, sí, pero también disfrute. El miedo mata más que la enfermedad.

 

Antes de partir. Disfrute.


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