martes, diciembre 02, 2025

Galardón Carlos Jurado

 


No existimos sin la mirada del otro. Nos mata la indiferencia, el olvido. Por eso el arte es importante. El arte es la pluma del ángel de la piedad que nos cae en las manos y nos sorprende.

 

Uno de los recuerdos más fascinantes que conservo de mi breve estancia en Tuxtla Gutiérrez es la amistad con Maux. Las tardes en que, acomodado en su diván, veía cómo sus inseparables gatos y perros rondaban la sala o se acurrucaban en mis pies y pantorrillas, mientras leía hojas de periódicos atrasados de “El País”, saltándome los titulares de política y deporte para alcanzar la sección de cultura y degustar profundas crónicas o entrevistas a filósofos, cantantes, cineastas y escritores, entre otros. A través de la ventana se filtraban los débiles rayos crepusculares y el reverberante trinar de los zanates en los árboles de la avenida central.

 

Esperar la conclusión de esas prolongadas lecturas, haciendo un silencioso acompañamiento, interrumpido solo para servirnos más café, encender un cigarro o dedicarnos una mirada; ese instante irrepetible está nítido, lucido y vívido en mi memoria.

 

Entre “buenas” y “buenas noches”, cambiar de lectura, de bebida o de actividad... ¿Qué más quedaba por hacer? Charlar, ver una película, destapar un vino, comer algún bocadillo, salir a caminar, ir a una presentación, conocer a más gente.

 

Dejé Tuxtla en el año 2021, pero allí se quedaron varias amistades: locutores, maestros, poetas, brillantes fotógrafos, escritores laureados, filósofos urbanos, personajes de novela y de cine; todos artistas.

 

Y cada vez que podía, volvía a casa de María Auxilio, en aquel domicilio donde permaneció muchos años, en la avenida central, entre las calles 14 y 15 oriente. Siempre me atendió como a un hermano; a veces llegaba debido a intermitencias y despropósitos de las rutas de transporte a deshoras de la noche, pero siempre fui bien recibido.

 

Recuerdo que me ha contagiado su forma de vivir, proveyéndome de lecturas, recomendándome películas y compartiendo unos CDs de Real de Catorce, Leonard Cohen y La Cabra Mecánica. Es un arsenal de cultura; una charla con ella es como una clase de posgrado.

 

Entre las muchas fotos que me han impactado (ella tiene un arsenal de imágenes de sus recorridos por los cinco continentes), hay una de ella misma en un fondo negro, en posición de suplicio, desprendiéndose un corazón chorreante de sangre de la caja torácica y entregándoselo al espectador.

 

Hace un año, nos fuimos de tour por las cafeterías de San Cristóbal. Estuvimos en el parque central, tomando el sol, cuando se acercó un artista callejero a vendernos unas postales y nos habló sobre la técnica de la composición, la iluminación y el revelado de una buena fotografía. Ella y yo, incólumes, lo escuchamos con atención. Le pagué al artista y, con María Auxilio, nos quedamos mirando mutuamente, riendo a carcajadas: “Si supiera que nosotros hemos dado clases de eso que él nos explicó”, y nos mantuvimos un buen rato allí, admirando el paisaje urbano que transcurría con aparente tranquilidad, hasta que fue hora de ir a comer, entonces nos fuimos por unas kombuchas.

 

El pasado 29 de noviembre de 2025, fue reconocida por el Gobierno del Estado de Chiapas junto a Maruch (María) Sántiz Gómez con el galardón Carlos Jurado, y me llena de felicidad que se le reconozca, que su arte siga inspirando a muchas generaciones. Te envío mis afectuosísimos saludos, Maux.

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