domingo, mayo 18, 2025

No sé tocar ni un instrumento

 No sé tocar ni un instrumento

Pero cuando tengo tus sombras entre mis dedos

Aparece la música.

Vamos a escucharnos

A burbujearnos

A fosforecernos.

Te silabeo

me solfeas

nos tarareamos.

me blueseas, te jazzeo

Janis joplin y B.B King reverencian nuestro Flow.

—¿No que no cantabas?

—¿No que no bailabas?

Grillos cantantes

En frenesí

Tu y yo.

No sé tocar ni un instrumento

Pero no importa

Mientras estés

Ejecutando tus gozosas partituras

en mí.

miércoles, mayo 07, 2025

Estudiantes memorables


¿Cómo aprende el estudiante? Mediante sus emociones, cuando interactúa con aquellos que están en su salón o con sus profesores.  


Un profesor no debe olvidar que alguna vez fue alumno. ¿Qué tipo de alumno fue?... ¿Qué tipo de enseñanza esperaba?, ¿Cómo logró sobrevivir a esa época?. El profesor deberá empatizar con las personalidades de sus estudiantes, no todos están en posibilidad de aprender al mismo ritmo, ni con el mismo interés.  


A lo largo de mi trayectoria como docente en distintos niveles educativos me ha tocado ver y conocer distintos tipos de personalidades en los estudiantes. He comprendido que el profesor juzga con severidad a muchos que llegan al aula buscando un refugio, un descanso, un escape. 


No todos los que están en el salón saben lo que están haciendo, muchos asisten sin expectativas y sin enfoque, sin vocación. Son alumnos, en contra de sus aficiones e intereses. Los planes de estudio hasta hace no muy poco han sido anacrónicos, hechos para avanzar en cámara lenta, ofreciendo información que promete ser importante, pero que en corto, mediano o largo plazo no encuentra aplicación en la vida real.


El docente siente la vibra del alumnado, intuye y adivina las ganas que tiene el estudiante de estar donde está, las ganas de dar lo mejor para ser excelente, o solo cumplir entregando lo mínimo para acreditar con suficiencia. 


A veces veo años después a aquellos que un día estuvieron en clases y recuerdo alguna característica especial de cada uno, no siempre es posible tener en mente a todos. Solo a aquellos con una personalidad fuerte, débil, notorios por su entusiasmo o por su apatía. 


Hace tiempo tuve como estudiante de bachillerato a una alumna que mostraba un desagrado al verme llegar, una actitud imposible de disimular, apatía. Llegaba yo al aula, sin darle importancia a ese hecho, pero ella hacía lo posible porque yo me diera cuenta. Entregaba un porcentaje inferior a lo solicitado cada parcial y cada vez se iba a presentar examen de recuperación. 


Se presentaba a la evaluación para mejorar su promedio o recuperarse de sus malas notas, y tampoco daba el esfuerzo requerido. Yo solo ponía en práctica la paciencia y la neutralidad, no me lo tomaba personal, porque pensaba que ella no terminaría sus estudios. Dije, no creo que siga estudiando, esa actitud no la llevará lejos. 


Un día acudo a una clínica en mi ciudad, voy con preocupación porque mi padre presenta síntomas de gravedad, sin conocer bien a bien, su impredecible decaimiento y deshidratación. Nos formamos en la sala de espera, a pesar de que el cuadro a todas luces era urgente, pero no siempre lo urgente se atiende con urgencia, y en un breve lapso de tiempo, el consultorio se abre y me atiende la doctora, que de inmediato recordé como esa alumna de aquellos días, esa que no se interesaba en literatura, ni en redacción… porque iba a ser doctora. Me reconoció y sonrío con amabilidad. Nos atendió muy profesional. Agradecí su intervención oportuna y efectiva para solucionar el problema de salud de mi padre. 


Salí de ahí aliviado y agradecido que, en toda mi vida, jamás he confrontado por su personalidad a mis estudiantes, algunos, como en este caso, nos sorprenderán.  



martes, mayo 06, 2025

Yo no espero diciembre para estar triste, lo estoy todo el año.

Yo no espero diciembre para estar triste, lo estoy todo el año.

 

Cuando el fin de año aparece, se extraen como de un baúl sin fondo, esas vivencias de alegría y dolor se van recontando, algunas veces se exhibe y otra queda en el análisis personal.

 

Se espera de diciembre esa retahíla de buenos deseos expresados en mensajes de lectura veloz y escritura veloz, porque ahora existe la inteligencia artificial que con sus múltiples asistentes automatizados escriben por ti, para ti, piensan y actúan por ti.

 

El mundo se enternece, no porque signifique el nacimiento del Cristo, sino porque es la tendencia.

 

Los que como yo tenemos la misma actitud, se nos categoriza entre desabridos, silenciosos, anormales.

 

El alboroto cuando viene de ti, de forma espontánea es digno de celebrar. Es la felicidad producto de tus transmisiones neuronales y no de la parafernalia industrial que te induce, a sentir, pensar y actuar.

 

Yo tengo siempre música de fondo en mi cerebro, y no es reggaetón, ni villancicos, no es el rock, ni cumbia, no es pop ni electrónica, es jazz, el elegante jazz. Ando por la vida como en mi propia película de los 40, en blanco y negro y su amplia gama de grises.

 

Alguien dijo “prefiero la tristeza a la felicidad, porque me dura más”.

 

Es que por todos los medios nos estimulan a estar positivos, entusiastas, a perseguir la zanahoria atada con un alambre a nuestras cabezas, y nosotros damos vuelta a la noria que está produciendo dividendos, ganancias.

 

Flexible pero terco en el estoicismo.

Nada de disparos de luz, nada de estertores.

Matizo y disfrazo según convenga el capital interior.  

lunes, mayo 05, 2025

Hay lectores

Leemos por un acto de placer inenarrable, comprensible solo en aquellos tocados por la eternidad del ángel sublime, en un acto de asirse de los trapecios en los más altos barrancos y vertiginosos horizontes, como si hiciésemos un acuerdo, un pacto, una alianza con otros extraviados, solitarios y alucinados.

 

Cada lector a la distancia, en el tiempo y en el espacio está emitiendo señales, otros con intuición o sensibilidad metafísica las captan, así nos conectamos, así somos esa unidad tintineante y dispersa de lectores.

 

Hay lectores de distintas categorías.

 

Están los académicos, aquellos que con obsesión hermeneútica arrancan significados y correlacionan vocablos y terminología especializada en una pretensión por ser ellos mismos, dadores de conocimiento, acumulan conocimiento para a su vez verterla en artículos, libros o ensayos, ofreciendo luz, donde hay sombras.

 

El contemplativo.

Este lector experimenta un silencioso placer apoteósico, individual, no espera nada, no se queda con nada, solamente la dicha efímera de goza de las imágenes leídas, pudiera decirse que, si lee sobre una cascada, la brizna le moja los pómulos y las pestañas, si lee sobre un incendio, siente que sus arterías van a reventar.

 

El errante.

Le entra a todo, va sin coherencia ni claridad sobre temas varios, pellizca, muerde, olfatea, abreva de uno y otro, de otro y otro, insaciable, a veces se detiene en un tema en el que parece se volverá experto, pero lo suelta, lo abandona y se va veloz a otros páramos, sin acabarlos de completar.

 

El alquimista

Este convierte en poesía, narrativa, teatro, cine, lo que lee y ve.

Filtra lo leído, reposa lo leído, pudiera decirse que lo olvida, y luego lo transforma. Cuando habla suelta metáforas coloridas, originales, y es que todo lo leído le ha alimentado, le ha transformado.

Les llegan emociones desconocidas a borbotones, pareciera que alguien se las está susurrando. Él mismo es un manantial de arte.

 

El obsesivo.

Subraya, desmenuza, construye puentes. Ata cabos, interconecta autores. Supone encontrar la piedra filosofal.

 

El distraído.

Lee y sueña, y cuando sueña, sueña que lee, su mundo se ha convertido en esa densidad, esa bruma artificial, en el que cualquiera es un personaje, cualquiera podría interrumpir una escena, añadir algo a la trama.

Tiene libros que a veces suelta, como si él mismo los escondiera para al cabo de cierto tiempo, hacer como que los descubre y consentir de nuevo sus lecturas.

 

Me quedo con el contemplativo… ¿Con cual te quedas tú?.

 

#EsdrasCamacho

05/05/2025

 


viernes, mayo 02, 2025

¿Somos nuestros terapeutas?

La neurosis puede ser imitada. Si crecimos en un ambiente donde estallar en crisis emocionales era habitual, eso aprenderemos. Eso que algunos no quisieran que fuera cierto, lo es: los patrones de conducta, pero aún es más grave, hay ciertas creencias e hipótesis sobre el comportamiento transgeneracional, afirma que, estamos repitiendo pensamientos o creencias de las generaciones pasadas en nuestra línea directa o indirecta.

 

¡Qué castigo!

 

Estos descubrimientos podrían hacer que se acuse al abuelo, bisabuelo, tatarabuelo de nuestras torpezas, yerros y desatinos, o éxitos, logros, talentos descubiertos y aplicados.

 

Si, pero no.

 

“No hay que creer, ni dejar de creer”, me decía mi madre y se lo tomo como válido, porque he comprobado que estar en un extremo no siempre aplica para entender el mundo.

 

Genéticamente afloran rasgos y características de nuestros antepasados esto como regalo no como castigo, uno tiene derecho a ser “original”, no repetir en bucle lo que los demás pensaron o hicieron, si no que chiste, ninguna satisfacción propia o merito personal tendríamos los nietos, tataranietos o bisnietos.

 

Hay que ir aclarando y definiendo nuestro criterio con el paso del tiempo, con la edad uno puede irse despejando de ciertos juicios de valor equivocados, “sanando”. Consentir y complacer nuestras infancias, no devolver ira con ira, un desafío excelso y perenne.

 

El escritor Tapachulteco Marco Aurelio Carballo reveló en una ocasión a pregunta expresa sobre ¿Por qué escribía?, dijo sin dudarlo por neurosis, para expulsarla.

 

Somos un pozo profundo de herencias positivas o malinterpretadas, las artes nos asisten a levantar nuestra autoestima, a superar temores, a perdonar ofensas, de ahí que la mayoría coincida en el efecto terapéutico de las artes.

 

Pero eso no sustituye la visita a un profesional de la salud mental. Si la neurosis está afectando nuestro entorno, si hay ira desbordada de forma recurrente, si hay narcisismo, manipulación, agresividad pasiva, migraña, angustia, tristeza, desesperación. Consulte a un profesional, no hay de otra. Un profesional ayudará a deshilvanar como bola de estambre nuestros pensamientos, hará rectos nuestros curvos pensamientos El profesional en cuestiones psicológicas alumbrará donde hay oscuridad.

 

¿Somos nuestros terapeutas? Obviamente no.

 

Si no es para tanto, siga consumiendo y produciendo arte.

 

#EsdrasCamacho

 

02/05/2025