jueves, diciembre 19, 2024

Nos queda Jaime López.




[Odiseas Posmodernas]


En el altar de la música uno puede tener contrastes, ser super fan del pop y también de la cumbia. 


Puede que haya puristas que digan que ningún paralelismo hay en las corrientes musicales, que unas nacieron de la sombra y otras desde el perfume, solo quien vive la experiencia puede explicarse. 


En la universidad convivía con algunos compañeros que tenían muy marcados sus gustos. Los había que no escuchaban música en español, los que solo oían rock argentino y chileno, los que eran dark o punk (aún no existían los emos). Esos mismos al finalizar las rondas de bohemia trasnochadas entonaban “Me estoy enamorando” de la Mafia, “Fuiste tú” de los Temerarios y “Amor prohibido” del grupo Brindis.  


El soundtrack de nuestra vida en sus diferentes momentos está heredada de nuestros padres o tíos, hay canciones que se remontan a generaciones, y sus gustos son tradición familiar.  Yo venía de aquel hibridaje oído en casa en los ochenta. (Ya se imaginan Juan Gabriel, Chayito Valdez y/o Leo Dan). 


Adquirí una radiograbadora con cassetera y cd, gracias a la sugerencia de Celia, allí comencé a acompañarme por Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Javier Batiz, Oscar Chávez, Jaime López, Real de Catorce, entre otros. 


También yo soy un hibrido. Voy de lo estrambótico a lo refinado. 


Por las mañanas decía yo: “Más que amor, lo que siento por ti. Es el mal del animal, no la terquedad del jabalí…”, al medio día “Oiga, doctor Devuélvame mi depresión. ¿No ve que los amigos se apartan de mí?”, por la tarde “Te invento cada dia en mis sueños construyo un arcoiris sin color” y por la noche: “necesito callar, necesito...una anforita de blues”. 


En días pasados me enteré del fallecimiento del rockero tijuanense Javier Batiz; no le había concedido el momento al duelo. Hoy le estuve escuchando el último álbum, y aquel llamado “Me gusta el Rock”.


Por más que queramos exprimir el alma, y arrancarle elocuentes frases explicativas sobre cómo y porqué somos eclécticos en nuestros gustos, lo menos que se me ocurre decir es que nos hemos arropado de sentimientos una generación que sintió emociones comunes de la época y que nos influenció esa actitud. 


Y cómo ocurre cuando un escritor fallece y el orador dice, el mejor homenaje que podemos hacerle es leer sus libros, así con los artistas. Allí sigue rockeando un autor que va del calor a lo frío, de la cumbia al Funky y de lo ranchero al rock, pasando por la polka, la redova y el acordeón. 


No se olviden. 

Nos queda Jaime López. Es ese el de Chilanga Banda. “Corazón confesor de mis soledades, Valedor recordando y viniendo al baile”. No se olviden. 


Nos queda Jaime López.


#EsdrasCamacho


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