sábado, diciembre 21, 2024

Nuestro destino es rodar y rodar

 Encuéntrele lo positivo al mito de Sísifo


Tenemos la rutina de defecar, dormir, alimentarnos, trabajar. 


Nos acoplamos.


 Lo hacemos sin consciencia de que estamos en ella. Quien diga que no tiene rutinas está mintiendo. 

 

Los baños en día sábado, ir de compras a la plaza en domingo, tomarse un café de madrugada, llevar los trastes al lavadero después de haber comido, orar y agradecer, son algunos de rutinas que modelaron recientemente las vidas de nuestros antepasados. 


Muchas rutinas son esclavizantes y no permiten que veamos el milagro de la ocurrencia, por ejemplo, el milagro del amanecer, el atardecer, el milagro de que las olas del mar repetidas veces por cientos y miles de años estén haciendo su sonido, llegando a los limites de la playa; el trinar de las aves que están manifestándose en zonas arboladas, el sonido chirriante permanente de los invisibles grillos en nuestras habitaciones. 


Para quien tiene que acordarse de sus medicamentos, tomarlas a la hora exacta, cumplir la rutina hace la diferencia entre su efectividad o no. 


No nos enemistemos con la rutina, romper el consabido hábito positivo o negativo, genera desorden, y el desorden a su vez hará trastabillar sus emociones, y quizá extrañe la paz de la tradición. 

 

Toda rutina cuando es interrumpida nos enseña, nos cuestiona ¿Quieres el caos o quieres la rutina? …si analizamos con objetividad. Nos inclinaremos a aceptar el yugo de la tradición: nuestras necesarias rutinas.  Ame y agradezca sus rutinas. 


1.- Adquiera la rutina de saludar a conocido, y desconocidos, sin esperar retroalimentación. 

2.- Sonría a todo aun siendo falso, la sonrisa produce hormonas de felicidad. 

3.- Camine, eso de que se hace camino al andar, es metáfora, pero también es una verdad al pie de la letra. 

4.- Tenga la rutina de agradecer, agradezca que amanece, que respira, que ve y que es sensible al frío, al calor, al odio y al amor. 

5.- Aprenda, tenga la rutina de aprender, la vida aun está enseñándonos mientras tengamos aliento. 


Sísifo fue un personaje de la mitología griega, muy conocido por haber tenido un castigo por parte de los dioses. Debía empujar una piedra cuesta arriba por una montaña, pero, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo. Esto se repetía una y otra vez, de forma frustrante y absurda


Encuéntrele lo positivo al mito de Sísifo, empuje con agrado la pesada roca a la cima y vuelva el día siguiente a iniciar, olvidando que lo mismo hizo ayer. ¡Eso es la vida!


Aleluya José Alfredo: nuestro destino es rodar y rodar. 



#EsdrasCamacho




jueves, diciembre 19, 2024

Nos queda Jaime López.




[Odiseas Posmodernas]


En el altar de la música uno puede tener contrastes, ser super fan del pop y también de la cumbia. 


Puede que haya puristas que digan que ningún paralelismo hay en las corrientes musicales, que unas nacieron de la sombra y otras desde el perfume, solo quien vive la experiencia puede explicarse. 


En la universidad convivía con algunos compañeros que tenían muy marcados sus gustos. Los había que no escuchaban música en español, los que solo oían rock argentino y chileno, los que eran dark o punk (aún no existían los emos). Esos mismos al finalizar las rondas de bohemia trasnochadas entonaban “Me estoy enamorando” de la Mafia, “Fuiste tú” de los Temerarios y “Amor prohibido” del grupo Brindis.  


El soundtrack de nuestra vida en sus diferentes momentos está heredada de nuestros padres o tíos, hay canciones que se remontan a generaciones, y sus gustos son tradición familiar.  Yo venía de aquel hibridaje oído en casa en los ochenta. (Ya se imaginan Juan Gabriel, Chayito Valdez y/o Leo Dan). 


Adquirí una radiograbadora con cassetera y cd, gracias a la sugerencia de Celia, allí comencé a acompañarme por Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Javier Batiz, Oscar Chávez, Jaime López, Real de Catorce, entre otros. 


También yo soy un hibrido. Voy de lo estrambótico a lo refinado. 


Por las mañanas decía yo: “Más que amor, lo que siento por ti. Es el mal del animal, no la terquedad del jabalí…”, al medio día “Oiga, doctor Devuélvame mi depresión. ¿No ve que los amigos se apartan de mí?”, por la tarde “Te invento cada dia en mis sueños construyo un arcoiris sin color” y por la noche: “necesito callar, necesito...una anforita de blues”. 


En días pasados me enteré del fallecimiento del rockero tijuanense Javier Batiz; no le había concedido el momento al duelo. Hoy le estuve escuchando el último álbum, y aquel llamado “Me gusta el Rock”.


Por más que queramos exprimir el alma, y arrancarle elocuentes frases explicativas sobre cómo y porqué somos eclécticos en nuestros gustos, lo menos que se me ocurre decir es que nos hemos arropado de sentimientos una generación que sintió emociones comunes de la época y que nos influenció esa actitud. 


Y cómo ocurre cuando un escritor fallece y el orador dice, el mejor homenaje que podemos hacerle es leer sus libros, así con los artistas. Allí sigue rockeando un autor que va del calor a lo frío, de la cumbia al Funky y de lo ranchero al rock, pasando por la polka, la redova y el acordeón. 


No se olviden. 

Nos queda Jaime López. Es ese el de Chilanga Banda. “Corazón confesor de mis soledades, Valedor recordando y viniendo al baile”. No se olviden. 


Nos queda Jaime López.


#EsdrasCamacho


miércoles, diciembre 04, 2024

Más arte por favor

 Estoy leyendo la autobiografía de Woody Allen, “A propósito de nada”, me estoy divirtiendo mucho, he confirmado lo que todos suponen de este estrafalario comediante, escritor, dramaturgo y director de Cine. 


Nos cuenta que no le gustó la escuela, que siempre soñó con ser un vago, un eterno paseante, confiesa el drama de su madre que tenía que ir a la escuela a abogar por él para que no fuera reprendido, ni enviado a la sala de “niños especiales”, también cuenta que en una evaluación psicológica había salido sobresaliente, con un índice de inteligencia superior a la media, pero no era útil, no le servía para la normalidad que requerían de su persona. 


Voy en la la página 80 y, ya me ha caído bien, empatizo mucho con él, sobre todo cuando cuenta que le deslumbró “La Ilusión Viaja en Tranvía” de Tennese William, los diálogos entre los personajes, la frase “no quiero la realidad quiero la magia”. A partir de ahí como en un bucle, lo lleva a escribir chistes para comediantes y columnistas de prestigiados diarios neoyorkinos en su etapa universitaria. 


Nos cuenta también que le gusta el jazz, que aprendió a tocar el clarinete y que ocasionalmente ha ofrecido conciertos, con buenos resultados en teatros pequeños. 


En su narrativa siempre está explicando su personalidad insegura, la cual le llevo a leer libros de auto ayuda y visitar psicólogos, psiquiatras y terapeutas durante años, lo cual insiste, de nada ha servido. A sus 89 años sigue siendo el mismo con su peculiar sentido del humor sarcástico. 


Yo he visto pocas películas suyas, pero en todas está ese que dice ser, él y su personaje. 


Puedo imaginar su infancia, su juventud, su deseo de encontrar un lugar donde existir, sin tener que explicarlo, sin tener que ser útil y productivo a la vista de nadie: “¿Sabes cuál es mi filosofía? Que es importante pasarlo bien, pero también hay que sufrir un poco, porque, de lo contrario, no captas el sentido de la vida.


Le tengo tanta empatía, me digo que es el retrato del adolescente de todas las épocas, con esa energía que se desborda y que no cae bien en el acartonado estilo de los adultos sensatos, maduros, responsables, serios, donde insisten que la vida no es un juego muchachito. 


 Woody Allen es un desadaptado creando arte, arte para desadaptados. A mi no me parece que esté mal. Me agrada, creo que hay que darle no una sino todas las oportunidades a gente así, gente que elige un camino paralelo al establecido. 


Tengo un estudiante de bachillerato que es original, creativo, divertido, espontáneo, visionario, pero no entrega tareas, no las hace en clase, nos las hace en casa. Me ha dado muestra repetidas veces de ser un tipo listo, una persona con capacidad para enrolarse en el mundo estudiantil, pero que desperdicia el tiempo por estar en el ocio. Ignoro cual vaya a ser el resultado a corto o a largo plazo, pero me enternece, porque veo allí un potencial artista que quizá como les pasa a varios, terminará de mala gana aceptando el destino que puede conseguirse en una sociedad en la que el arte es innecesario. 


Caballeros y Damas, más arte por favor. 


Dicen que todos llevamos un niño en nuestro interior; ¿Qué le dirías tu a tu niño interior si pudieras?


Yo no llevo un niño interior, lo llevo al exterior, convertido en adolescente … y ¿Qué le digo?: ¡Tranquilo también esto ha de pasar! De alguna forma, todo esto que ves encontrará acomodo.  



 #EsdrasCamacho


04/12/2024