En la secundaria la maestra de español nos invitó a formar un grupo de teatro, yo estuve súper apuntado, dos o tres tardes llegamos a ensayar “Entremés del mancebo que casó con mujer brava” en la que un joven intenta domar a su esposa brava y le ordena al caballo, al gallo, y al perro que le traigan agua, antes de pedírselo a su esposa.
Yo tendría 13 años.
En la prepa ya no incursioné en prepa, pero si en oratoria.
Un compañero de clases en la universidad me invitó a hacer teatro experimental. Íbamos a las escuelas secundarias y preparatorias de Tuxtla y hablábamos con los directivos de la importancia del arte dramático y cómo a través de este la juventud podía ver reflejada su experiencia o no, y de ahí extraer un aprendizaje, después ofrecíamos nuestros servicios profesionales como actores. Siempre tuvimos éxito.
En cada presentación ofrecíamos el mejor esfuerzo en conectar con la audiencia. Aprendimos de forma amateur las técnicas de dirección, vocalización, vestuario, maquillaje. La actuación te ofrece la posibilidad de ser durante realmente otro, no eres el mismo, el escenario es un espejo de ti, sin ser tú.
El tema abordado es de creación colectiva y constituye un llamado a las familias para abordar el tema de la drogadicción y el duelo. En la trama, un joven no encuentra apoyo en su padre viudo, quien decide migrar para superar el trauma. El joven es víctima de la adicción. Después de un tiempo, el padre regresa a casa, solo para sorprenderse con la muerte por sobredosis de su hijo.
La representación la hacíamos tres personas, intercalándonos, cuando dos estaban en escena, uno estaba en tramoya con los efectos especiales. Había días que teníamos hasta tres presentaciones en secundarias y prepas. Los muchachos nos veían como actores famosos, hasta autógrafos nos pedían.
A veces llegábamos a clases con un ligero retardo, debido a la agenda que nos habíamos impuesto en horario extraescolar. Cuando el fundador abandonó la carrera, el equipo se desintegró momentáneamente, pues ya encarrilados los dos que quedamos, decidimos suplantarlo con otro voluntario.
Nuestros ingresos dependían de la colaboración del estudiantado, a veces boteábamos, y otras había una tarifa que la escuela anfitriona cubría. Nos iba bastante bien, tanto que un día, gracias a los padres de nuestra compañera de equipo decidimos llevar nuestra obra “Un largo Viaje” a Ocosingo y Palenque, allí estuvimos como en 5 secundarias, incluyendo el auditorio la Casa de Cultura Fray Pedro Lorenzo de la Nada, en donde acudieron estudiantes de Villahermosa.
Coincidió que el día de nuestra llegada a palenque era día del amor y la amistad, y, después de la dramatización, los alumnos corrían con sus arreglos florales o cajas de regalos para dárselos a sus amigos y, una niña que iba con un juguete de peluche con forma de borrego entre las manos, deambulaba en los pasillos y luego de unos segundos se acercó a mi diciendo: —Toma, hoy traje un regalo, pero no tengo a quien dárselo, creo que tú te lo mereces, porque has hecho un gran trabajo actuando. De regreso a Tuxtla lo tuve mucho tiempo en el buró de mi recámara como un recordatorio de nuestro triunfo.
No me he retirado de la actuación, es un talento que espera el momento de aparecer nuevamente en mi trayectoria.
Estoy en reserva ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario