Tuve 21 años y el mundo sonreía.
Artemisa me bailaba y se reía por verse ridícula entonaba Mr.
P M.O.S.H, Mr. P M.O.S.H, Mr. P M.O.S.H, Mr. P M.O.S.H. yo gozaba
deliciosamente que le gustara y compartiera conmigo ese gusto culposo. Nos íbamos
de la mano a recorrer parques. No me propasé con ella, ni ella conmigo, nos
faltó malicia a ambos. —No me puedo quitar del pensamiento esa canción me dijo,
y también otra, pero ya a su tiempo la conocerás.
Solo yo sé que la busqué en todas partes, pagaba yo
puntualmente la entrada al cine, y ocupaba los mismos lugares que habíamos
ocupado esa semana en que nos conocimos y enamoramos. Un día la volví a ver en
una manifestación estudiantil, pero ya no éramos los mismos, pero si le hubiéramos
quitado la costra a la cicatriz, hubiésemos vuelto a gozar dichosamente el
juego del amor.
Una noche en que habíamos estado juntos escuchando el
concierto de Real de Catorce en el parque Cinco de Mayo, Priscila estaba conmigo
no sé si porque le gustaba la música de ellos o solo yo le gustaba. Si me había
tenido, yo la había tenido, uno, dos encuentros, yo no veía la dimensión de la
vida que ella tenía como expectativa allí me veía, me lo dijo con todas sus
letras esa noche al concluir la velada. Acurrucados y enternecidos en uno de
los muros de la biblioteca Pinche Esdras, en verdad nadie, nadie, óyeme bien,
en el mundo nadie te va querer como yo. Francisco Céspedes. Todo es un misterio
“Todo es un misterio, poderoso y místico, cuando vuela el alma, y encuentro tu
destino, ligado a aquel camino, que acaba siempre pensando en ti.”
Me llamó a la estación con voz distinta, me pidió una
canción, yo en realidad no supe que era ella, sino hasta que me lo dijo tiempo
después —Y que canción voy a programarte, —Una que te recuerde a mi… —Vamos a
escuchar de Leonardo Favio con su tema Fuiste mía un verano. No volví a saber
de ella, solo tengo algunos flashbacks de su amable compañía y ternura, de esa
búsqueda de protegerme, salvarme.
Amanda me hacía frecuentes visitas sobre todo nocturnas y en
ocasiones se quedaba hasta la madrugada en la que de forma atolondrada levantábamos
sus prendas tiradas a un costado de la cama. Ella antes de llegar al trabajo,
debía estar en su casa, ir por el outfit del día, no podía presentarse con la
misma apariencia. Yo ponía de nuevo la misma música que habíamos oído la noche
entera de fondo mientras dormíamos o nos amábamos. Luis Eduardo Auté. Alevosía.
“Más que amor, lo que siento por ti. Es el mal del animal, no la terquedad del
jabalí, ni la furia del chacal...Es el alma que se encela con instinto
criminal, es amar, hasta que duela como un golpe de puñal…”. Y me alistaba también
para irme al empleo y a la tarde volver a repetir la pregunta —¿A dónde vamos
rubia?.
En su ausencia me dormía pensando que me llamaría a media
noche, por eso tenía el celular en la mano, por si vibraba y todo eso. No
recuerdo ya los detalles de aquel dramatismo de su alejamiento. Solo sé que me
gustaba mucho su tez blanca y su cabello enmarañado al estilo de Janis Joplin.
Estábamos andando en una de las calles de ese
fraccionamiento nuevo, mi pequeño hijo y yo. Yo fui señalando algunas plantas,
diciendo esta es Flor de Mayo, esta es Guanábana…esta no sé. Cuando me dijo
papá que música está sonando a lo lejos, yo no escuché nada, volvió a insistir y
me dijo óyela dice algo así como “pronto tienes que volver a mí”. No le di
importancia.
Encontró la que buscaba y me dijo, nunca la había escuchado,
pero que bonito canta —¿Quién es el artista? —Es Leo Dan, es un cantante
argentino ya de edad avanzada—Que bonito, voy a ponerla de nuevo.
Por algún tiempo la estuvo escuchando, de allí pasó a otras
de mi playlist, las programa todas, las conoce todas, es una versión mejorada
de mí, hoy. Él Tendrá sus propios
momentos, y sus propios motivos para escuchar distintas piezas de su colección.
Tiene 13, alguna vez tendrá 21.
Por lo pronto tengo 46 y el mundo sigue sonriendo.
#EsdrasCamacho
28/02/2025