miércoles, septiembre 03, 2025

Estulticia Urbana

 Estuvimos en la glorieta del Ángel de la independencia en la ciudad de México, el sol declinaba y provocaba unos arreboles de ensueño. El sitio estaba concurrido, mi hijo se paró en un poste de luz a un lado de un paso cebra y me dijo tómame acá unas fotos. El estilo que tiene para posar es esa de estar volteado al horizonte sin dar el rostro. Le tomé alrededor de seis fotos algunas con flash. 


Estamos en eso, cuando aparece una mujer pequeña con falda, suéter, boina y cubrebocas negro, a espetar una retahíla de reclamos, diciendo —No quiero salir en su foto, bórrela, enséñeme ¿Por qué toma fotos acá?, a ver, no quiero que vaya a subir a sus redes o a cualquier otro sitio mi rostro. Al decirlo iba acrecentando el énfasis de sus reclamos. Yo me dispuse a ignorarla, pero mi hijo le puso todas sus atenciones, lo que me hizo sentir obligado a mostrar educación y enseñarle la pantalla de mi cámara a esta desconocida e irracional mujer. 


Ella estaba acompañada de una mujer mayor, vestida casi igual, sin cubrebocas. La segunda exclamó “Se la compro”. —Ningún comprar— exclamo la primera y, yo respondí –Yo no vendo fotos, yo le tomo fotos a mi hijo y al paisaje. Lo demás es obvio. Ella no entendía la explicación. Suponía supongo que para tomarle fotos debía poner una franja con la leyenda no pasar, o unas señales de vialidad interrumpida, o que yo fuese a la madrugada o medianoche, cuando nadie está caminando. 


Siempre estoy buscando que mi espíritu esté en reposo y complacido, no le di importancia y le enseñé la pantalla, pero ella no alcanzaba a verla y dijo —No miro oiga. Y solo respondí —¿Qué quiere que yo haga? 


No he sido nunca partidario de la confrontación verbal, volví a mi rutina haciéndome a un lado y dejándola con la palabra en la boca. Ella enfurecida siguió amenazando —No la vaya a subir, no quiero verla después en algún lado, porque entonces sí, le advierto que puede meterse en problemas. Mire que, si no obedece, voy y llamo a la policía. —Vaya pues acá le espero—Dije. Rabiosa porque no había logrado que me sobresaltara. Se alejó diciéndome: –Regrésese a su país. 


Me reí en mis adentros —jajajajaja. “Regrésese a su país”. ¿Pos a que horas salí?. 


La segunda señora que también tenía lentes, me dirigió una última mirada, que revelaba que tampoco se había enterado del todo, el motivo de la frustración de la otra. Nadie más se dio cuenta, solo mis hijos y yo, atónitos, continuamos nuestra aventura, sin que nos alterase. 


No tengo fotos de ella, porque nunca le tomé fotos, solita lo pensó a ver los destellos del flash.


Por supuesto es un momento incómodo. Pero intento a cada paso mantenerme en un estado de estoicidad. 


La policía estaba a una cuadra, vigilando el orden, no el desorden. 


¿Qué hubiera pasado en esa circunstancia siendo yo distinto?... Quizá me hubiese levantado a gritonear en mi defensa, se hubiese hecho un escándalo, quizá viral gracias a los que graban todo con su celular. Yo hubiese insistido en su condición de demente y ella podría haberme señalado de agresor. Ambos, quizá ella más hubiese tenido sus cinco minutos de fama, como la nueva LADY. “LADY NOMETOMES FOTOS”. 


Yo salí de la calle con mi familia buscando momentos recreativos, y ella salió a ver quién le bajaba el PH. 


Al irse, nos quedamos sin rumiar el asunto, se trata darle NEXT a las incidencias de la estulticia urbana. Nos hicimos unas fotos bellísimas que pronto mandaré a imprimir. 


Es todo.


martes, septiembre 02, 2025

A que no puedes comer solo una

Dicen que la felicidad está en repetir, por eso a veces sueño que estoy estoy cursando de nuevo la misma licenciatura, en la misma universidad. 


Es falso que se pueda repetir a exactitud la experiencia, ya nos lo enseñó Heráclito, (no es posible bañarse dos veces en las mismas aguas del río), estamos buscando ingenuamente las mismas emociones placenteras. Por eso funciona el slogan publicitario de las papas fritas “A que no puedes comer solo una”. 


Ya dije que cuando una canción me gusta, la pongo mil ocho mil veces, puedo repetirla, quiero sacar toda la experiencia de esa canción, agotarla, desgastarla, que me harte. 


Pero no me empalaga, una buena canción no llena, no deja de estar provocando éxtasis, es una espiral en crescendo y se sostiene un tiempo indeterminado en la realidad atemporal de la música. Lo que provoca, lo que trasciende, es el instante fugaz de la belleza. 


Releo con emoción primigenia, algunos libros que leí hace décadas. 


Cuando pasaba de un grado a otro en la escuela, las asignaturas cambiaban de nombre, buscaba a cuál pertenecían, si a las ciencias duras o a las blandas, siempre me parecieron fascinantes las que estudian las sociedades humanas. 


Dos de mis materias preferidas en el plan de estudios de licenciatura las repetí, no por negligencia, sino por mero gusto: inglés y fotografía. 


¡Es de tontos!, para todos… para mí: No. 


En el año 2000, ya como maestro del curso propedéutico de la UNACH se inscribió a mi clase, un muchacho que asistía feliz a todas las clases, pero en las fechas de entrega de productos finales no entregaba ninguna evidencia de aprendizaje, así que no pasaba. Y, el semestre siguiente aparecía de nuevo, sorprendiéndonos a todos, de nuevo inscrito en el mismo curso. Increíble. Lo hizo tres veces. Al final, se cambió a una universidad privada. 


Dicen que la felicidad está en repetir, por eso que mucha gente vuelve varias veces con su ex, pero allí si yo no voy, como decía mi abuelito: “solo una vez se capa el puerco”. 


O sea, hay cosas que sí, y hay cosas que no, tampoco se trata de tropezar de nuevo con la misma piedra. (Habiendo otras tantas)


#EsdrasCamacho

02/09/2025


lunes, septiembre 01, 2025

Un largo Viaje

 En la secundaria la maestra de español nos invitó a formar un grupo de teatro, yo estuve súper apuntado, dos o tres tardes llegamos a ensayar “Entremés del mancebo que casó con mujer brava” en la que un joven intenta domar a su esposa brava y le ordena al caballo, al gallo, y al perro que le traigan agua, antes de pedírselo a su esposa. 


Yo tendría 13 años. 


En la prepa ya no incursioné en prepa, pero si en oratoria. 


Un compañero de clases en la universidad me invitó a hacer teatro experimental.  Íbamos a las escuelas secundarias y preparatorias de Tuxtla y hablábamos con los directivos de la importancia del arte dramático y cómo a través de este la juventud podía ver reflejada su experiencia o no, y de ahí extraer un aprendizaje, después ofrecíamos nuestros servicios profesionales como actores.  Siempre tuvimos éxito. 


En cada presentación ofrecíamos el mejor esfuerzo en conectar con la audiencia. Aprendimos de forma amateur las técnicas de dirección, vocalización, vestuario, maquillaje.  La actuación te ofrece la posibilidad de ser durante realmente otro, no eres el mismo, el escenario es un espejo de ti, sin ser tú. 


El tema abordado es de creación colectiva y constituye un llamado a las familias para abordar el tema de la drogadicción y el duelo. En la trama, un joven no encuentra apoyo en su padre viudo, quien decide migrar para superar el trauma. El joven es víctima de la adicción. Después de un tiempo, el padre regresa a casa, solo para sorprenderse con la muerte por sobredosis de su hijo.


La representación la hacíamos tres personas, intercalándonos, cuando dos estaban en escena, uno estaba en tramoya con los efectos especiales. Había días que teníamos hasta tres presentaciones en secundarias y prepas. Los muchachos nos veían como actores famosos, hasta autógrafos nos pedían. 


A veces llegábamos a clases con un ligero retardo, debido a la agenda que nos habíamos impuesto en horario extraescolar. Cuando el fundador abandonó la carrera, el equipo se desintegró momentáneamente, pues ya encarrilados los dos que quedamos, decidimos suplantarlo con otro voluntario. 


Nuestros ingresos dependían de la colaboración del estudiantado, a veces boteábamos, y otras había una tarifa que la escuela anfitriona cubría. Nos iba bastante bien, tanto que un día, gracias a los padres de nuestra compañera de equipo decidimos llevar nuestra obra “Un largo Viaje” a Ocosingo y Palenque, allí estuvimos como en 5 secundarias, incluyendo el auditorio la Casa de Cultura Fray Pedro Lorenzo de la Nada, en donde acudieron estudiantes de Villahermosa. 


Coincidió que el día de nuestra llegada a palenque era día del amor y la amistad, y, después de la dramatización, los alumnos corrían con sus arreglos florales o cajas de regalos para dárselos a sus amigos y, una niña que iba con un juguete de peluche con forma de borrego entre las manos, deambulaba en los pasillos y luego de unos segundos se acercó a mi diciendo: —Toma, hoy traje un regalo, pero no tengo a quien dárselo, creo que tú te lo mereces, porque has hecho un gran trabajo actuando. De regreso a Tuxtla lo tuve mucho tiempo en el buró de mi recámara como un recordatorio de nuestro triunfo. 


No me he retirado de la actuación, es un talento que espera el momento de aparecer nuevamente en mi trayectoria. 


Estoy en reserva ahora.