sábado, marzo 21, 2009

EL HOMICIDIO COMO ESPECTACULO

ESDRAS CAMACHO

La única motivación de vida para Arturo Fábregas Miranda, joven indígena de la sierra de Michoacán es pasar sin hambre el día, lo que comete a la perfección, pues nunca se ha quedado atrás ni ha desistido del trabajo que emprende.

Ahora se desempeña como limpiador de cristales en un edificio de un banco comercial de Tapachula Chiapas. Su triste realidad es -dice él- castigo del cielo ya que en su tierra natal asesinó a sus tres hermanos mayores.

Al morir su padre, que fue agricultor durante toda su vida, el señor heredó la mayoría de sus pertenencias a los primogénitos, así como también la parcela y otros tipos de bienes.

De que pasó a aquello hace ya más de 5 años y Arturo dice que no se arrepiente, pues lo considera como una pesadilla que muy pocas veces recuerda. “actué cegado por la ira”-dice-

Día a día desde que cometió el múltiple homicidio, desconfía de todo aquel que pretenda acercarse, como por ejemplo sus padrinos de confirmación que quisieron ayudarlo en su momento para que él no fuera a dar a un correccional de menores, Arturo, sospechando que era una treta, decidió escapar hacia el sur, sin ningún destino fijo.

“No necesito ni de alcohol, ni de la droga para ser valiente”, eso dice mientras embute rápidamente unos tacos de carne que ha comprado en la calle y al parecer, solo eso logra cambiar las facciones de su rostro, que son los de un hombre inmune al dolor.

El tiene 25 años es de complexión ancha, moreno y de pelo corto, su idea es la de vivir mientras pueda hacerlo, y morir de viejo o de enfermedad, pero nunca de combate o crimen.

“Creo que jamás he sentido ni sentiré amor”, comenta que no desea formar una familia, por temor a que alguno de sus hijos pueda salir igualito a él ; su actividad comienza a las 8 :00 de la mañana, hora en que tiene que hacer el aseo y la limpieza de cristales y azulejos de un centro bancario.

También se desempeña como velador, del mismo edificio, al parecer solo descansa dos horas, durante todo el día, comenta que está muy a gusto con su trabajo y el dinero que gana, dice esto mientras trapea el piso de los sanitarios para caballeros.

“No tengo tiempo para holgazanear, ni para dar entrevistas”, es primer pensamiento del día, dice con tono de burla ; agrega “No soy ningún fenómeno de circo, cualquiera haría lo mismo que yo en mi situación”.

La gente que conoce a Arturo dice que conoce muy bien la historia que el pocas veces relata, pero que ya no les inspira miedo o repugnancia solo compasión, porque creen que el padece seriamente de sus facultades mentales.

Para Arturo su única fuente de inspiración es la de conseguir suficiente dinero para regresar a Michoacán ya hecho un viejo y recuperar el patrimonio que perdió por un arranque de ira.

Ahora Arturo se dirige al sótano en donde hay un letrero que reza “Prohibida la entrada a toda persona ajena a esta institución” ; así es como se libra de la plática que por lo visto en nada le agrada, y n o vuelve a salir de ahí hasta muy altas horas de la noche.

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