viernes, junio 02, 2017

La bomba de groserías

Morfeo dejaba de asistir temporalmente a clases  porque sus padres  emigraban a distintos lugares,  lo que derivó en que sus maestros fueran cambiando y su aprendizaje fuera lento. Cada cierto tiempo volvían al mismo lugar, la misma escuela, distintos maestros y compañeros.   

La pubertad comenzaba a dar señales en el quinto grado,  de ser alumno aplicado   inventó  travesuras fuera de serie, convirtiéndose en el más popular de la escuela.  La última fue fingir que se ahogaba en la piscina justo en la hora de salida de clases, cuando ya solo quedaba el director que al percatarse de que un niño no emergía se aventó al rescate.

Morfeo buceó hasta salir del otro extremo justo cuando el maestro  se aventaba al agua. El director presumía su hazaña cuando alguien  explicó que Morfeo era campeón nacional de natación. 

Martín el hijo del director consideró la broma como algo personal y se dispuso a cobrar venganza; lanzó una competencia que tenía como único destinatario Morfeo, la llamó “la bomba de insultos” y consistía en que a ver quién con más ingenio lograba pronunciar el mayor número de malas palabras, ninguna estaba prohibida a condición que no se pronunciaran completa.

Morfeo aceptó el reto. La regla inapelable, “no puedes omitir tu participación más de dos veces”.  En el centro de la escuela a las once de la mañana del día indicado se congregó la muchedumbre que motivados por saber quién resultaría  más humillado alistaron sus ojos y oídos para gozar del espectáculo. La competencia de insultos inició con  Pen-ton-men-món, que era la suma de cuatro malas palabras;  la respuesta fue Cogi-idio-mam-ado. Parecía ser que esta competencia la ganaría Martín, pues no había alguien mejor que el para el manejo de fonemas, grafías y la declinación de vocablos latinos.

Cada pronunciación era celebrada por la multitud que solo se desorganizaba cuando uno a uno iban tomando un tiempo para inspirarse, como en el box cada cual se iba a una esquina imaginaria para volver a vomitar todo clase de groserías.

-         -  Zorr-mari- vo-ero-on
-          - ver- chin-ma-pu
-          - hij-ma-cul-ejo
-          - ma-pin-ver-men-pen-ma-to
-          - ato-men-chin-ver- ma-pu-rechin-tod-su. 

Luego de una expectante pausa, Morfeo dijo paso.

Martín volvió a decir: Pich-cham-pu-mari-jo
-          - paso

-          - rejod-jot-per-cul-chin-chep-ado
-          - Sabes qué... mejor:  “chinga tu madre”.
-           -
Morfeo volteó a unos metros de haberse separado del círculo de gente para constatar la sorpresa en sus rostros. 

Indudablemente todos supieron quien ganó. 

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