miércoles, agosto 10, 2016

Regresando a casa








Ciudad universitaria
9 de agosto del 2016

No Puedo pensar en otra cosa que “debí estudiar en la U.N.A.M”…  sabiamente presentía que me atraparía. Arribé a alrededor de las dos de la tarde, caminé por los senderos entre los jardines que son verdaderos bosques, remansos de oxigeno y sitio de encuentros relajados entre las parejas de estudiantes que se prodigan su amor a toda hora.

Desconozco a qué hora termina la vida administrativa de la escuela, quiero decir a que hora concluyen las actividades propias de esa institución, pero quise recorrer y ver lo que pudiese en dos horas que había programado para conocerla. ¿Qué buscaba?, vivir la fotografía mental de la unam, aspirar su aire, conocer su infraestructura, observar el comportamiento de la muchachada.

Ingreso por uno de sus múltiples accesos, alrededor de la escalera que utilizo, cuando desciendo del metro que tomé de la estación Hospìtal General veo que hay puestos iformales de chacharas y comidas, me prometo degustar los tacos de canasta que ofrecen a 4 x 15 y 6 x 20.

El olor a pasto, si pasto verde quemado, quiero decir marihuana, es intermitente, leve. Veo que hay una organización para los que caminan y para los que usan la bicicleta; hay un estacionamiento encajuelado para los cientos de bicicletas que los alumnos recogen a la hora en que salen de sus facultades o campus.¿Cuàntas facultades tiene la unam?, y ¿Cuántos ¿Campus?.  Camino hacia la zona de restaurantes, hay comida desde 22 pesos, agua incluida. Siento que encontraré algún conocido. Igual y un hijo de un paisano, un exalumno de la escuela en la que enseño. Pero no, no hay ninguna cara conocida.

Recorro de una facultad a otra y se me antoja conocer rectoría,  sé que entre otras cosas que hay que ver, rectoría está entre las básicas. Pregunto por la biblioteca central y me responde el estudiante de ingeniería que está lejos que no puedo ir a pie, que espere el pumabus del otro lado de la calle. ¿Pumabus?, ¡conque así!. Y sin ningún costo, ya en  pumabus pregunto y me dicen que si, pero que aborde la ruta nueve porque la uno no me deja.

Rectoría es como la Meca de los protagonismos intelectuales, sobresale los murales que representan la conexión entre la cultura y la ciencia prehispánica, medieval y moderna, distingo que hay un guía de turistas explicando a su grupo que se distingue el pensamiento de Ptolomeo y Copèrnico. Y el área verde, wow, increíble lugar de descanso, pasillo donde los estudiantes comparten con otros los recuerdos de clases, hay también lugar en la que improvisan un concurso de ajedrez, a un lado cerca de unos edificios hay un grupo de jóvenes aprendiendo salsa.



Pienso que màs ha de tener, y en que tiempo lo conoceré, imagino sus propios laboratorios de ciencia, enormes bibliotecas, gimnasio, ¿estadio?, auditorio, teatro, clases, asignaturas, modelos educativos, servicios, promoción al arte y cultura, divulgación de ciencia. Fue breve mi estancia, hubiese querido platicar con alguien, con la misma sorpresa que yo .


Al salir, veo que hay tantos comercios relacionados con la unam, incluso en un stand portátil fuera de ciudad universitaria ofrecen uniformes blancos bordados con la leyenda Facultad de medicina, imprentas  y restaurantes. Como salí por un sitio distinto ya no encontré los tacos de canasta a ese precio, pero si a cuatro pesos cada uno. Comí cuatro.


El título de mi foto es regresando a casa, si no lo hice yo, espero mis hijos elijan y accedan a esta casa de estudios. 

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