Ciudad universitaria
9 de agosto del 2016
No Puedo pensar en otra cosa que “debí
estudiar en la U.N.A.M”… sabiamente
presentía que me atraparía. Arribé a alrededor de las dos de la tarde, caminé
por los senderos entre los jardines que son verdaderos bosques, remansos de
oxigeno y sitio de encuentros relajados entre las parejas de estudiantes que se
prodigan su amor a toda hora.
Desconozco a qué hora termina la
vida administrativa de la escuela, quiero decir a que hora concluyen las
actividades propias de esa institución, pero quise recorrer y ver lo que
pudiese en dos horas que había programado para conocerla. ¿Qué buscaba?, vivir
la fotografía mental de la unam, aspirar su aire, conocer su infraestructura,
observar el comportamiento de la muchachada.
Ingreso por uno de sus múltiples
accesos, alrededor de la escalera que utilizo, cuando desciendo del metro que
tomé de la estación Hospìtal General veo que hay puestos iformales de chacharas
y comidas, me prometo degustar los tacos de canasta que ofrecen a 4 x 15 y 6 x
20.
El olor a pasto, si pasto verde
quemado, quiero decir marihuana, es intermitente, leve. Veo que hay una organización
para los que caminan y para los que usan la bicicleta; hay un estacionamiento
encajuelado para los cientos de bicicletas que los alumnos recogen a la hora en
que salen de sus facultades o campus.¿Cuàntas facultades tiene la unam?, y
¿Cuántos ¿Campus?. Camino hacia la zona
de restaurantes, hay comida desde 22 pesos, agua incluida. Siento que encontraré
algún conocido. Igual y un hijo de un paisano, un exalumno de la escuela en la
que enseño. Pero no, no hay ninguna cara conocida.
Recorro de una facultad a otra y
se me antoja conocer rectoría, sé que
entre otras cosas que hay que ver, rectoría está entre las básicas. Pregunto
por la biblioteca central y me responde el estudiante de ingeniería que está
lejos que no puedo ir a pie, que espere el pumabus del otro lado de la calle.
¿Pumabus?, ¡conque así!. Y sin ningún costo, ya en pumabus pregunto y me dicen que si, pero que
aborde la ruta nueve porque la uno no me deja.
Rectoría es como la Meca de los
protagonismos intelectuales, sobresale los murales que representan la conexión entre
la cultura y la ciencia prehispánica, medieval y moderna, distingo que hay un
guía de turistas explicando a su grupo que se distingue el pensamiento de
Ptolomeo y Copèrnico. Y el área verde, wow, increíble lugar de descanso,
pasillo donde los estudiantes comparten con otros los recuerdos de clases, hay también
lugar en la que improvisan un concurso de ajedrez, a un lado cerca de unos
edificios hay un grupo de jóvenes aprendiendo salsa.
Pienso que màs ha de tener, y en
que tiempo lo conoceré, imagino sus propios laboratorios de ciencia, enormes
bibliotecas, gimnasio, ¿estadio?, auditorio, teatro, clases, asignaturas, modelos
educativos, servicios, promoción al arte y cultura, divulgación de ciencia. Fue
breve mi estancia, hubiese querido platicar con alguien, con la misma sorpresa
que yo .
Al salir, veo que hay tantos
comercios relacionados con la unam, incluso en un stand portátil fuera de
ciudad universitaria ofrecen uniformes blancos bordados con la leyenda Facultad
de medicina, imprentas y restaurantes.
Como salí por un sitio distinto ya no encontré los tacos de canasta a ese
precio, pero si a cuatro pesos cada uno. Comí cuatro.
El título de mi foto es regresando
a casa, si no lo hice yo, espero mis hijos elijan y accedan a esta casa de
estudios.
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