Custodiados con celo, esposados y
evidenciados cual miembros de una categoría infrahumana, los maestros
aprehendidos la tarde del 15 de abril
del 2016 en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez Chiapas, México son trasladados con
un cerco de seguridad de proporciones monstruosas.
Siento un ahogo, un desconcierto,
un dolor del alma cuando veo las imágenes del descenso de vehículos oficiales
para abordar el avión con destino al centro del país, su destino: los centros
de readaptación social.
El pregón millones de veces
repetido en los medios de comunicación: sus demandas son indebidas, lo métodos peligrosos.
El debate siempre tendencioso de
la aplicación de la reforma educativa para los profesores de todos los niveles,
es reiterado a través de distintos canales con inserciones millonarias. En
todos los sectores publicitarios se
habla de las “bondades” del nuevo sistema de control y reglamentación del
servicio profesional docente, pero nada se dice del abandono a temas de
seguridad social y responsabilidad de las autoridades educativas por mantener
vigentes los preceptos que han dado certidumbre al oficio del profesor.
La opinión pública (tendenciosa
por haber sido manipulada) señala con voz de mando que los “parasitos” maestros
se niegan al progreso de la patria; informada a través de los noticiarios más
populares, niegan al maestro su vocación y su derecho a pensar distinto, su
derecho de abogar por mejores condiciones laborales y luchar por el bienestar
de todos, pues la defensa de un derecho es la defensa de todos los demás.
Ignoran u olvidan, o quizá desconocen
porque no es lo mismo ver los toros desde
el palco que lidiar con ellos, que hay una realidad única y que es el amparo
y privilegio de la clase que dirige y dicta lo que conveniente en la política pública
del país, mantener una población enferma física y mentalmente, carente de voluntad para reconocer que se
promueve con métodos muy placenteros como el show deportivo y artístico un
estilo de vida inconsciente, ajeno al desarrollo y convivencia armónica.
La mayoría contribuye con su
crítica y su sorna al desprestigio de los otros, los inconformes, los
afectados, los que con espíritu y pensamiento crítico denuncian la aversión del
sistema del poder, estos que hoy son llamados rebeldes, son los que resisten,
los que también señalan con los únicos métodos que deja al alcance el poder, la
realidad paralela de injusticia, de corrupción y de abandono en donde nos
encontramos.
¿Quiénes son los violentadores?,
¿Quiénes son los transgresores?, será acaso que los que primero reforman la ley
a conveniencia de unos cuantos, aquellos que a su antojo manosean el contenido
de la constitución política mexicana, los que se niegan al diálogo, los que no
escuchan, los indolentes, los juniors que desprecian la clase trabajadora, son
los que niegan el derecho a la
existencia a otros mexicanos, todos nosotros.
Nada dice la sociedad del
descuadrado estilo de vida que se lleva en los hogares de todos los mexicanos,
del horror en que crecen millones de niños en medio de violencia, mismos que en
cuanto crezcan diseminarán a su vez la semilla de la podredumbre social, pues
de víctimas pasarán a victimarios, perpetuando el patrón de vida que se les ha
confinado. Hombres y mujeres sin ambición y sin derecho, sin oportunidades de
vivir de distinta manera, gente que tendrá recelo y resentimiento para con la
mayoría, porque el mal no está en ellos sino en la impartición de la justicia y
el progreso.
Nada dicen de que un estudiante
no tiene un panorama de futuro, porque no sabe si vivirá lo suficiente, porque
quizá tampoco quiera si es en esas condiciones indignas, en dónde el tiempo se
gasta en lamerse las heridas de una humanidad carente de valores, en las que
las palabras olvido, descuido y vicio se repiten en cada hogar, en la que la
violencia se manifiesta ordinariamente en los diferentes planos. . . familias
desintegradas, hijos adictos, madres en el olvido, padres alcohólicos, niños preocupados.
No se ha reflexionado que donde
hay que pedir cuentas es en el sector político
que distrae y confunde, evade y corrompe.
La prisa con la que se nos violenta a tomar partido, no nos da tregua ni respiro para que cese el odio entre hermanos, precisamente por eso hoy
el pueblo actúa contra el pueblo y es celebrado.
Hoy tendríamos que unirnos pues
no es entre nosotros la lucha, sino con ellos.
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