viernes, mayo 08, 2015

El hijo de Lía Marlo



Por José Luis Castillejos Ambrocio

Se emociona al ver los ojos vivaces de su madre. La recorre con la mirada y peina cada una de sus expresiones…las encapsula y suelta una metralla incontenible de palabras. Va de un lugar a otro, a un nuevo personaje, a una distinta circunstancia. Se mueve mentalmente de Cusco, Arequipa o Lima en Perú, a Bratislava, la capital  y mayor ciudad de Eslovaquia y se emociona cuando habla de Paris o de sus tímidos días juveniles cuando pasó hambre en la Ciudad Luz, durante una semana, y no se atrevió a robar comida o prostituirse -como lo hacen muchos varones latinoamericanos- en el bosque de Boulogne.

Hernán Becerra Pino es todo un personaje. Es académico, periodista, escritor, abogado,sociólogo y gran conversador, pero no ha sido profeta en su tierra, pese a que es notable catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México. Habla cinco idiomas y ha visitado un centenar de países y ha entrado al bajo mundo del Reino de Camboya, al sur de la península de Indochina, en el SudesteAsiático.

Tiene el cordón umbilical atado a Chiapas y no obstante que ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo “José Pagés Llergo” (1997 y 2005) en su estado le han negado el Premio Chiapas. Sus cartas credenciales como escritor docente en la UNAM con estudios doctorales en la Universidad de Toulouse–Le Mirail, Francia, no han servido de nada en un estado donde la rutina del cangrejo (echar todos abajo) es una constante.

Siete horas de conversación no son suficientes para comprender a este hombre que escribe al tiempo que sufre del abandono en que está Chiapas.

La frágil manita de una niña que corría entre las mesas del restaurante Vips, a un costado de la carretera que conduce del centro a Puerto Madero, en Tapachula, y que rozó la costilla derecha de Hernán lo sobresaltó. Pensó que era un asaltoen la calurosa tarde del verano costeño de Chiapas. En una fracción de segundo su rostro pareció palidecer; luego suspiró y continuó tomando un postre.

 El autor de varios libros de narrativa, periodismo cultural y poesía y miles de entrevistas a personajes me invita a ir al centro de la ciudad de Tapachula a casa de su madre, la periodista Gloria Pino Ochoa, quien reposa antes de declinar el sol.

“El duende de Tapachula” era el pseudónimo en el diario Excélsior de Lía Marlo y este el sobrenombre de la señora Pino Ochoa quien en la década de los cincuenta escribió la columna “Teleconfidencias” del diario El Sol del Soconusco.

“Jamás usé el periodismo para maltratar, ofender o chantajear al alguien y me retiré de esa profesión porque nació Hernán”, afirma Pino Ochoa quien a sus 85 años de edad dijo que en alguna ocasión le ofrecieron 5,000 pesos para dejar de escribir sobre alguien en una época cuando su sueldo mensual era de 120 pesos.

“LíaMarlo” aún se emociona al recordar su encuentro con Mario Moreno “Cantinflas”.El rostro de la periodista luce radiante en la gráfica, al lado del divo de la televisión, el cine y la comedia que la abraza con una gran sonrisa pero una mirada que luce triste. “Fue todo tan repentino. Nos hicieron las fotos y sólo una se ha salvado”, dice doña Gloria Pino Ochoa.

En otra ocasión a la periodista de sociales del Sol del Soconusco, la primera en su género en Chiapas, contó cubrió la participación de Pedro Infante en una fiesta. El charro mexicano cantó tres canciones para quienes lo contrataron y luego en las afueras del Country Club de Tapachula, donde lo aguardaban miles de personas, les dedicó lo mejor de su repertorio.

Y de José Alfredo Jiménez recordó que a este lo levantaban en el hotel Colomba,en el corazón de Tapachula, la “Perla del Soconusco”, a “puro café”, ya que siempre estaba con la cruda (resaca) del día anterior y debía tomar café para poder seguir en sus actuaciones en la Plaza de Toros la Bien Pagá, lugar donde un grupo de fanáticos literalmente desnudó y pretendió abusar de la vedette Lyn May, casi en las orillas del río Coatancito. “La chusma quería desnudarla totalmente pero un hombre la protegió”, recuerda.

Otra vivencia que tuvo la octogenaria periodista fue la visita del presidente deMéxico, Adolfo López Mateos, al Country Club. La turba, que permanecía en lasafueras de ese centro de convenciones sociales, se brincó la barda e ingresó yarrasó con la comida y el licor. En la vida de esta mujer, que hoy permanece ensilla de ruedas a causa de una caída que le afectó la cadera, ha transcurridocon intensidad. Recibió el encargo de una amiga de mandar hacer un santo delSeñor de Esquipulas con un escultor francés para “sanar” a una persona. Elsanto efectivamente fue elaborado y fue traído, en procesión, desde la fronterade Talismán hacia Tapachula y hoy permanece en la Iglesia de San Juan.

A lo largo de la entrevista, Hernán Becerra Pino, el hijo de la comunicadora,añade datos, pide a su progenitora que haga precisiones o que cuente la anécdota aquella cuando de niño el hoy reputado comunicador se hizo popó en la guayabera blanca del gobernador de Chiapas, Samuel León Brindis o cuando orinó al presidente de México, Adolfo López Mateos.  Ambos, por separado, lo cargaron.

El hijo de Lía Marlo conversa ampliamente bajo el aire que disparan dos ventiladores (uno en el techo y otro de pedestal). Abundante agua mineral,queso encerado y un postre sirven de marco exquisito para seguir la conversación. Parte de su imaginación viene de lo que leyó en los comics de Kalimán, Memín Pingüín, entre otras o en las radionovelas que lo llevaron a surcar otros horizontes a través de las ondas hertzianas.

“No entendía la vida y creo que por eso viajé mucho”, asegura este hombre que ha dictado cátedra desde hace 40 años, aparte de realizar lo que le apasiona: el periodismo, la escritura, las entrevistas sin perder de perspectiva al Chiapas que le duele y que, paradójicamente, le niega los reconocimientos a una vasta trayectoria a este hombre que besó, inclinado, la lápida de la Madre Teresa de Calcuta, en la India.

Becerra Pino le ha rendido tributo a quienes admiró de una manera muy particular.Visitó la casa de Honorato de Balzac, cerca de la torre Eiffel y estuvo en el lugar donde este comía escargots.

Como hombre de letras dicta clases de redacción, ha leído a los clásicos, posee 13 mil libros en su casa en la ciudad de México. Ha ido por el mundo pero Chiapas no se le ha desprendido de la piel pues esta es la región que le conmueve el alma y le arruga el corazón.

Autor de El baúl del tío Matías,  Hernán sufre como ninguno a Chiapas y le duele la partida de Gabriel García Márquez, a quien entrevistó poco más de una década antes de que falleciera. Habló con Carlos Monsiváis, Víctor Hugo Rascón Banda, José Joaquín Blanco, José Agustín, Beatriz Espejo, Andrés de Luna, Rafael Ramírez Heredia y Leopoldo Zea, entre otros y buscó por todas partes al Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, con quien finalmente dialogó largo y tendido.

Quiere mucho a Marco Aurelio Carballo y aprecia la poesía de Jaime Sabines y recala en los textos de Octavio Paz, Carlos Fuentes ode Augusto Roa Bastos y se entrega a la sabiduría de Ernesto Sábato.

Define a sus entrevistados como sus grandes maestros pero pesa mucho el entorno por eso es que siempre en sus textos aparecen rasgos de las montañas, el mar, los cantos de las aves y el espíritu irredento del soconusca.

Y es que en la poesía está la vida, las querencias, los tiempos idos de este trotamundo que en un tiempo fue ateo y hoy cree ferviente en Dios. Nacido en 1957 e hijo del médico Romeo Becerra Lara y de doña Gloria Pino Ochoa, Hernán tiene hermanos:Javier, Margarita, Romeo y Gustavo.

Segundos antes de estrecharme la mano, casi en la despedida, me dice: Si volviera a nacer, si tuviera la oportunidad de vivir no cometería muchos errores, viviría intensamente, probaría muchas cosas y viviría a plenitud, tendría un rancho,algo de dinero.

Pero hoy, por hoy, vivo modestamente de mi sueldo como académico, de lo que me pagan por mis escritos, dice.

El hijo de Lía Marlo tiene muchos sueños por cumplir: uno de ellos es lograr que le concedan el Premio Chiapas.

Quizás, entonces, sí sea profeta en su tierra.

joseluiscastillejos@gmail.com
@jlcastillejos

jueves, mayo 07, 2015

¿Objetividad?

*Ángeles Mariscal
Estimado Doc. No busco objetividad, no soy un objeto, soy una persona que se siente parte de una sociedad, y busca contribuir desde su profesión a buscar relaciones justas, equilibradas en todos los sentidos.
En lo que escribo y en lo que produzco siempre hay una intensión, en mi caso es esta.

Conozco mi gremio, conozco a mis colegas, conozco los medios de comunicación y me siento con autoridad para afirmar que esto es siempre así, siempre hay una intensión en todos los medios, y con todos y todas quienes nos dedicamos a esta profesión. Siempre hay una intensión, a veces (las más) es económica, o política; otras es la búsqueda de reconocimiento, a veces lo que nos mueve es la indignación, o el pensar en forjar un futuro como sociedad... muchas cosas nos mueven, pero siempre hay algo personal que nos mueve.

Decirlo y reconocerlo públicamente es "escandaloso". En este colonialismo del pensamiento en el que fuimos educados, nos enseñaron a desdibujarnos, a mimetizarnos, a callarnos, a no ser respondones, a "respetar a la autoridad", a ser pasivos... o hipócritas. Y entonces nos convertimos en unos inconformes de closet que sólo las 8 horas laborales bajan la cabeza y el resto del día se auto-tortura pensando si hizo bien, si hizo mal... y sobre todo, intentando resolver el día a día, cerrando los ojos a la realidad con la que no está de acuerdo.

¿Porqué no mejor somos claros, transparentes, honestos en lo que hacemos y cómo lo hacemos, en lo que pensamos y somos? En mi profesión, ser honesta es el principal patrimonio.
Y todo esto viene a cuento porque al intentar concentrarme en mi trabajo (evidentemente soy sumamente dispersa) encontré este texto que me ayudó a ubicarme. Te lo comparto porque sé que lo vas a entender.
"12 puntos que un/a periodista debe tener presente cada vez que encare su trabajo, según Tomás Eloy Martínez:
1) El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un texto insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo.

2) Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto.
3) Hay que defender el espacio que necesita un buen texto contra la dictadura de los diagramadores y contra las fotografías que cumplen sólo una función decorativa.

4) Una foto que sirva sólo como ilustración y no añada nada al texto no pertenece al periodismo. A veces, sin embargo, una foto puede ser más elocuente que miles de palabras.

5) Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos, y en el que todos deben sentir que, lo que le sucede a uno les sucede a todos.

6) No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza.

7) Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificando cada dato, y estableciendo con claridad el sentido de cada palabra que se escribe. 

8) Evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero.
9) La clase política, la clase empresaria y, en general, los sectores con poder dentro de la sociedad, tratan de impregnar los medios con noticias propias, a veces añadiendo énfasis a la realidad. El periodista no debe dejarse atrapar por las agendas de los demás. Debe colaborar para que el medio cree su propia agenda.
10) Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete.
11) Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés de lector más que en el lucimiento propio.
12) Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. El periodismo es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.