viernes, noviembre 15, 2013

Yo quería una novia intelectualoide...

¿Porqué quería una novia intelectualoide?

En primer lugar,  para que no saliera con esa mamada de: yo le voy al América, y tú, y los día del fútbol estuviese histérica diciendo penal, penal piche arbitro fue penal.

En segundo,  para que me acabase de inspirar el gusto por lo sublime del arte y degustar de lo simple y lo abstracto, por ejemplo que me dijese ¿cómo no te puede gustar Bob Dylan, si es Dios hecho Carne a la hora de tocar y componer música?.

Además que fuésemos aventureros, que no tuviese prejuicios capitalistas y rollos banales del bien vestir, que fuese una mujer amante de lo realmente valioso, que tuviese con ella profundas conversaciones sobre el futuro, el pasado y el presente, que criticásemos juntos el nihilismo de los falsos hedonistas,  que nos celebrásemos los triunfos y estuviésemos satisfechos  de ser compañeros de ruta en el mundo.

Me imaginaba una novia intelectualoide que no se avergonzase de mis travesuras y que no pensara en el pasado ni el futuro, si nomás bien en el presente con actitud positiva. Que a la hora de la comida, no se sorprendiese si abríamos una botella de vino cosecha mil ochocientos, y viésemos una película de las de sin final, que me invitase de vez en vez  a caminar sobre el filo de las montañas a ver caracolitos volando.

Quería una novia intelectualoide para presumir a los doctos que se dan infulas de sabelotodos, sin considerar que la existencia es bella sin tanto títulos, y que los demás vieran que eramos distintos sin ser extraños, aves exóticas que no manchan su plumaje en el mundanal mundo infeliz y embustero.

Que no saliera con que hay que aprovechar las ofertas del buen fin, y quisiese lo más inn, cool, moderno y nuevo de la moda.

y en tercer lugar: solo...
 #nomáschingando



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