domingo, noviembre 03, 2013

¿Qué significa la paternidad para mí?.

Esdras Camacho.

Llegó el momento, llegó como debe llegar… como una epifanía.

Me volví padre a los treinta y tres años. Este proceso ocurrió sin sobresaltos; de alguna forma a esas alturas de la vida una persona  está apta, o debería estarlo.

No sé si algunos se mentalicen para ser el mejor padre, si preveen contar con un manual de padre primerizo, es más la media de la sociedad llega a esa condición, sin ser consciente de la responsabilidad que significa.

No conocí ninguna experiencia, no la hice de padre con mis hermanos, no practiqué tampoco de tío; así que estuve novato, pero muchos de mis compañeros de escuela o conocidos, ya lo eran, incluso me han dicho: “Profé, mi papá dice que lo conoce, que fue su compañero de escuela”.

Cuando Gibrán nació a las ocho de la noche del sábado 02 de julio del 2011, yo había ido a clases de diplomado en el Instituto Tecnológico de Tapachula, mis compañeras sobre todo cuando supieron que era el día en que él nacería, me dijeron, ¿Y… qué haces aquí?. Era temprano, tenía tiempo de estar justo a tiempo donde debía estar.

Tuve a Gibrán en mis brazos, a los pocos minutos de nacer, lo arrullé, sentí su energía, su aliento. Por espacio de una hora lo ví, contemplé sus rasgos, lo cargué por primera vez. Mi pequeño y yo frente a frente.

Mi papá, cuando vio a su nieto en compañía de mi hermana dijo: “nacemos tan indefensos, tan desválidos, toda ternura, y no es posible que cuando  maduramos somos toda soberbia y toda grandeza irreal”.

Dos años después de Gibrán, llegó Catherine. Una pequeña que llena otro de los lugarcitos de mi corazón. ella es una mujercita que tiene una personalidad (a sus tres meses) relajada, sonríe a veces cuando la sorprendo mirando que me mira. Cuando está tranquila solo chupa su mano y se olvida de su entorno. 

El ritmo de la vida cambia, necesito más energía y dar un buen ejemplo. Trabajo lo necesario, quiero cumplir en todos los aspectos, que no les haga falta algo para subsistir y tengan un espíritu noble, valiente, con responsabilidad y sentido de superación constante.

Amo a mis hijos, ellos son el espejo de mis padres, son tan parecidos. Descubro particularmente algunos rasgos y características físicas de mis papás, cuando cuido los veo y los cuido, imagino que estoy cuidando a mi padre, o a mi madre de niños, pienso me toca ahora cuidar a mis pequeños padres, como cuando ellos lo hicieron conmigo.

Es absorbente la tarea de ser padre, Gibrán me abraza, me llama que vaya a donde él se interesa o bien, pide algo más, le gusta subirse a la moto y sentir que el viento le despeina, o bien encender el autoestéreo cuando es mi copiloto. Hace falta ver crecerlos, falta (y me empeño en que así sea), cumplan con cada ciclo de la vida, con salud y con consciencia.


La paternidad es una oportunidad de trascender, de dejar un recuerdo de una versión mía, la que realmente importa, la de ser el refugio y el referente de valores sociales óptimos y necesarios para una buena convivencia social.


Quizá cometa algunos errores comunes, - no hay padre perfecto- pero haré la mejor de mis partes, por lo pronto estoy atento a mis retoños. 

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