jueves, noviembre 14, 2013

Me pasó a mi


Eramos unos adolescentes que no sabíamos de las leyes del querer.

El corazón nos hablaba en un idioma inentendible.

El primer beso, no me dejó dormir. Una dulce sensación parecida a una descarga eléctrica me recorrió de pies a cabeza en forma literal, y, sentí que un algo se desprendía, un goce misterioso estaba más allá, más allá de los besos y los que tenía que perseguir.

El catorce de febrero siguiente, a las doce de la media noche,  fuimos en forma colectiva a poner música en grabadora a las bocas provocantes que nos habían invitado al intercambio de bacterias en forma oral, labio a labio.

¿Qué canciones fue nuestra lista?.

- Por ejemplo:

- Mi vida eres tú, de temerarios.
- Mujer bonita, de los bukis
- El cariño es como una flor, de Rudy La Scala
y ... me estoy enamorando de La Mafia.

No muy inspirados, recorrimos la ciudad; cuando llegó mi turno fuímos a la casa de mi Dulcínea.

Allí pusimos una canción en la vieja grabadora pesada que nos había consumido ya ocho  pares de pilas y pusimos una canción nueva: "Rosas Rojas" de la Industria del Amor.

Y, otras dos, pero no salió nadie.

Ok, esto es así, no es fuerza de que salga nadie, dijimos y nos fuímos.

Al doblar la esquina venía del brazo de no sé quien la mala anfitriona, que divertida y desenvuelta casi nos ignora, hasta que nos preguntó soprendida ¿De dónde vienen chicos?....

silencio....
pausa
....
risas....

Ella, regresaba de haber estado en la Disco, esa que se celebraba en honor al día de los enamorados.

- De tu casa cabrona, no importa, décile a tu hermanita que era para ella, y .... luego me la presentas, dijo uno de mis compañeros.

otro dijo:

- Calmado campeón, no te achicopales, suele ocurrir, no te me vayas a sentir mal.

- Ni recuerdo que respondí, pero de ahí nos fuímos despabilados, a terminar de escuchar al parque a terminar de escuchar nuestras canciones de amor que no nos dolían y que solo eran anécdotas de fracasos que no conocíamos, aún.

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