martes, octubre 15, 2013

Mi yo pequeño.

Cuando mi boca no sincronizaba con mi alma, dudé ¿Es conveniente tener hijos?.

Una razón me dieron: ¿qué objetivo tendría pasar por el  mundo sin dejar huella, ni trascendencia?.

Una década después transformó mi vida, un hijo.

Ese pequeño que es mi hijo, y que me da la oportunidad de ser mejor persona para enseñarme a ser padre.

Por estos días  lleva dos años y tres meses viviendo conmigo.

Sé que es fundamental enseñarle valores humanos y buenos hábitos para su desarrollo personal.

Es una buena personita, ajena a la malicia, es un manantial de amor. Gozo con su ingenuidad, me devuelve una luz que solo en sueños veo con nitidez.

Su existir es una oportunidad para renovarme, yo quisiese que su mayor herramienta para convivir en sociedad sea, su mente abierta, objetividad, valentía y serenidad, cualidades que yo también a mis años sigo adquiriendo.

Me ocupo de hacerlo sentir seguro, optimista y satisfecho.

Hoy se fue a la guardería. . . Mis mejores pensamientos van a su lado.

Sé que es un despego que no quisiese, pero tampoco puedo impedir que se relacione con el mundo, algo ha de aprender que debe ser bueno.

Estaré pendiente de que sus derechos y su integridad sean respetados.

Es la segunda vez que va, la primera nos mortificó su llanto.

Suspiro con el corazón acongojado, pero pienso debo apechugar, porque esa es nuestra condición humana.

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