lunes, febrero 20, 2006

Los engañabobos

Esdras Camacho

Si existe una analogía valida para describir a estos personajes sería como la plaga de langostas que azotaban los cultivos anteriormente y que es aún frecuente en ciertas partes del mundo; aunque la analogía se queda corta pues “los engañabobos” son precisamente eso, unos miente tarados, son tan astutos que pululan por doquier y son bienvenidos entre los que no son suficientemente astutos para salvaguardarse, para ponerse a salvo de las inclemencias, de los alcances de mentes tan hipócritas, mediocres y tan perversas.

“Los engañabobos”, son mediocres, su mezquindad radica en que al comprender ellos mismos que son insignificantes, se inventan un pasado glorioso, por el cual debería de serle reconocida su supuesta grandeza transitada, en el fondo exigen un poco de consuelo para su desdicha, para su autoestima tan baja. Logran la mayoría de las veces imponerse con argumentos bastante aceptables por sobre la inocencia, la ingenuidad primaria de sus congéneres.

Si un “engañabobos” encuentra donde florecer, su esencia se fortalecerá y contagiará de su roña a los que le circunden.Ellos disfrazan su egoísmo de sacrificio, moldean sus hábitos a fin de parecer mártires, son la mayoría de las veces viejos y eso es precisamente la clave de su éxito para que fácilmente le rindan homenaje a su pretendida decadencia inmerecida o talento mal valorado, cuando han logrado algunos de sus objetivos van por más, en eso son persistentes, no se conforman con solo torcer lo derecho y vender la idea de lo ideal de su actitud, sino que incluso son capaces de hacer parecer que se desangran en honor a los principios y valores éticos.

“Los engañabobos”, arrastran desde tiempos inmemoriales un resentimiento contra todo lo que sea ético, tienen el espíritu tan torcido a causa de su propia ilusión, se visten de serafines e impostan hábitos para ganarse la voluntad de los incautos. Aquél que ha permitido la entrada de un engañabobos en el contexto que le circunda, se enfrenta a dos opciones: cae rendido completamente a sus pies y es mancillado gustosamente o pierde todo el sentido de la realidad y lo que es peor, le gusta ese estado tan analgésico.

En el contexto profesional es más que todos, presumen dos o tres tipos de conocimiento, para ellos todo es y será, no hay nada nuevo bajo el sol, nadie podría adelantársele en los pensamientos, asienten y afirman cada que pueden lo que a su parecer todo está en comunión con su conciencia y persuaden de lo contrario según su comodidad. No muy en el fondo son perseguidos por sus demonios, por sus traumas y oscuros propósitos de pintar de su color lo que ellos ven de distinto tono.


A los engañabobos nada les satisface y cuando están inquietos les hace daño hasta lo que no se comen.

Todo les puede, todo está hecho ramplonamente, si no se atiende a sus llamados, no tiene calidad, carece un producto original de propuesta, lo real es su visión subjetiva y enferma de concebir la realidad.

“Los engañabobos”, son diletantes, eso han sido toda su vida y eso mismo se lo reprochan, saben un poco de gastronomía, como de hermenéutica, tienen más conocimiento cotidiano que científico, saben de mecánica, de cine, de carpintería, de botánica, de herbolaria, de psicología, de parapsicología, ellos aún sin añorar que sea cierto pregonan saber el alba y el beta, son pues los Mesías de la exactitud.Si alguien escucha a uno de ellos sin sus debidas precauciones, puede darse el caso de que ceda a sus tentaciones, de que se enamore de sus palabras, que le otorgue concesiones y que se le distinga con la mortificación de que ese ser tan agraciado se merece las glorias de una sociedad que se deje orientar hacia lo bueno.

“Los engañabobos” buscan el control, el poder es su afrodisíaco y usurpan, invaden y traicionan hasta sus propios métodos. Ya sea con orden paciente o con ardiente prontitud, desplazan sus artimañas a fin de conseguir sus objetivos, asaltan primero la razón y luego el poder. Como subordinados son malos y como jefes ostentan un título, incluso firman como licenciados, sin siquiera haber terminado una sola área de formación profesional.Entre sus características psicológicas, no se hallan valores tan primarios como lealtad, honor y respeto.

Ellos solamente respetan los modos arbitrarios, le rinden honor a la envidia y sienten lealtad solo a ellos mismos, ellos los protagonistas, los soles de un purgatorio, los reyes de los celos, todas sus diligencias son presurosas, porque su motor interno tiene un poderoso combustible que los alienta, su misión de componer lo descompuesto o mejor dicho de descomponer lo compuesto, le apuestan al caos y al menor asomo de estarlo consiguiendo esbozan una sonrisilla irónica y estúpida.“Los engañabobos”, son seres capaces, son, en ocasiones trabajadores disciplinados, acometen órdenes de sus superiores con precisión, logran ocultar sus pasiones. No descuidan un solo ápice y sus discursos ya sean escritos o hablados son elocuentes”.

Siempre están trabajando y siempre están elucidando tretas para posicionarse en lugares brillantes, una vez logrado, su modestia es de lo más real.Cuando un “engañabobos” ya tiene bien asentados sus instrumentos, y se dedica a extraer las ganancias de lo que considera su presa en su territorio, solo comparte su presa a quién acepte que le corresponde todos los derechos y en cualquier momento les retira su beneficencia. Cuando ha logrado desnaturalizar el orden, atropella a cualquier mortal y esos mortales agradecen como un detalle invariablemente divino, ese incidente. Un engañabobos es un chupasangre que suelta a su presa solo si y entonces si ya una vez extraído el total de lo que lo nutrió, es inservible, entonces se alista para su nueva presa.

Un engañabobo solitario es una calamidad, pero si se encuentran dos o más conjuran para que su abundancia sea prolífica, ganan donde ya hay un futuro, cortan las prendas de los viñedos lucrativos, recogen el producto que los bobos sembraron y regaron con su esfuerzo. Estos no invierten en donde no vislumbran usuras, su hambre es tan extraordinaria que a diario descubren nuevas formas de arrastrase ante quien deben.Poseen una labia prodigiosa, su personalidad externa es intachable sus argumentos son adornados con sensacionalismos que en veces destantean hasta el más ilustrado.

Un engañabobos es un carcamán con máscara de prudente, presume la inteligencia y la mesura que carece, finge agrado en lo que detesta y esgrime defensa ante la imperfección ajena.Ellos tiran la piedra y esconden la mano, sus ansias de poder les hace ser cautelosos en opinar enérgicamente en pro o en contra de lo que es un asunto público, se regodean más con los temas que exigen destrezas, sus manos trabajan con más urgencia que sus cerebros. Para ellos todo está bien, cuando son atendidos y sobrevalorados por su técnica, esperan aunque lo nieguen los premios consabidos y son capaces de entregar a sus provisores con tal de verse ensalzados.Los “engañabobos”, en el mundo son muchos y existen desde tiempos inmemoriales.

Cuando se reconoce en otro, ambos envían señales cifradas, manejan un mismo lenguaje y no pueden engañarse y puede que se dé una mancuerna medianamente eficiente más no amistosa, porque ellos no conocen la amistad, solo se alían con fin de estar donde quieren estar justo en el momento que lo desean.Las victimas de los “engañabobos”, ni se enteran que fueron victimas, por ellos que bueno, por los que tienen un poquito de discernimiento evalúan el descontrol que origina, cuando un ser está siendo maniatado, cuando los medios son dulces pero el efecto es amargo, es muy doloroso para uno que no es engañado, ver como otros si son cándidos e inexpertos ante las perversidades de tales sujetos.

Recuperarse del trastorno emocional que logra provocar un engañabobos es casi imposible, cuando ha plantado su mal, la más de las veces no descansa hasta tener un vivero y un manojo de injertos de las flores de su mal, listos para la hora que deba usarse.

“Los engañabobos” permanecerán hasta el final de nuestros días, porque sería incompleta e imperfecta una sociedad en donde e reflexione la practica, porque lo mismo que para que existan iglesias, deben existir creyentes, deben asimismo existir los circos y los equinos que diviertan al pueblo. Lo de más es lo de menos, total que más se podría esperar en esta que es la era de la frivolidad, el deleite de los presuntuosos.