jueves, diciembre 15, 2005

El que no conoce a Dios...

Esdras Camacho

De los usos y costumbres de nuestro querido pueblo mexicano, se han ocupado sociólogos y antropólogos nacionales y extranjeros quienes, en sus estudios han mostrado connotaciones importantes de nuestra cultura. A pesar de que algunos de ellos como el francés Gustavo Le Boon, opinaron que México es un país ingobernable en el sentido cultural, pues al ser producto de la mezcla de dos razas no creó una nueva, sino que separó marcadamente las que se fusionaron.

Contrariamente a esta opinión, hay pruebas de la originalidad de la cultura ancestral mexicana conformada por los mestizos. Una característica distintiva es la inclusión de los refranes en el habla cotidiana. No existen datos exactos que revelen cuándo comenzaron a emplearse los refranes, lo que si se sabe es que son tan antiguos como la misma historia del idioma y que a través del tiempo se han ido aumentando, reformando y perfeccionando. Ha llegado a tal uso que hoy para cada acción tenemos un refrán y no pasa un día en que no escuchemos una frase célebre, un adagio, un proverbio, una sentencia, un refrán.

Mas sabe el Diablo… Las personas de mayor edad son muy dadas a emplearlos debido a que con sus años han ganado experiencias y en todo momento pretenden poner de ejemplo sus aciertos y errores como medio oral que transmita reflexión y prudencia a las generaciones nuevas. Ellos aportan un mensaje doctrinal positivo y, en la mayoría de las veces filosófico: polvo eres y en polvo te convertirás; hijo de tu hija tu nieto es; hijo de tu hijo, quién sabe; el que padece de amor, hasta con las piedras habla; cuando digo que la mula es parda, es porque tengo los pelos en la mano.

No sólo en el centro del país se cuecen habas, también en nuestra región, se han creado algunos, ejemplo es el de Coita, que aparece típicamente en los camiones de transporte urbano: Calma Coita que vamos ganando. Cada estado y cada municipio tiene sus propios refranes que se trasladan de un lugar a otro con los turistas que emigran. Quien dijo miedo, muchachos…Hay los del carácter reacio, los bravucones y por la entonación que se le da, parecen estar destinados a insultar: Yo no vengo a ver si puedo, sino porque puedo vengo; donde quiera lavo y plancho y en cualquier mecate, tiendo. Los presumidos, mentirosos y presumidos se identifican con éste: El que es perico, donde quiera es verde…En ocasiones, un refrán bien dicho, en un buen momento, puede ganarse la simpatía y servir para hacerse de amigos, para de algún modo, entrar en confianza: yo no lo pido a Dios, que dé, sino que me ponga donde hay; yo soy como el Alka Setzer, la que me prueba, me repite; te perdono el mal que me haces, por lo mucho que me gustas.

Los refranes han traspasado las fronteras y se han insertado en la música. Hay canciones que se componen con la invocación de éstos: Con el tiempo y un ganchito, ha de resecarse el mar; las piedras rodando se encuentran, del plato a la boca, se cae la sopa; tropecé de nuevo y con la misma piedra. En la literatura también aparecen constantemente: Cría cuervos; Como agua para chocolate; Mujer que sabe latín y un largo etcétera. (películas de Carlos Saura, Laura Esquivel y libro de ensayos de Rosario Castellanos). Hay otros que frecuentemente son utilizados como piropos, delicados y guarros: ¡qué estará pasando en el cielo que hasta los ángeles se están cayendo?; si así fuera el infierno aunque me llevara el Diablo; si como lo meneas lo bates, ay que rico chocolate…

No dejes para mañana…Hay otros que están destinados a elevar la moral y tener confianza en sí mismo: El que no arriesga no gana; lo que bien se aprende, jamás se olvida. Los hay que suenan muy despectivos y pueden provocar problemas: No tiene la culpa el indio, sino el que lo hizo compadre; A palabras necias, oídos sordos; Con los tarugos, ni a bañarse, porque hasta el jabón se pierde.

La filosofía también ha usado los servicios de los refranes: Cuídame de mis amigos, que de mis enemigos me cuido yo; Sólo es libre el que dignamente sabe conquistar su libertad día con día (Goethe); La naturaleza, concede libertad hasta a los animales (Tácito). Ojos que no ven, corazón que no siente; Grandotas aunque me peguen; Los lunes, ni las gallinas ponen… un sinnúmero de refranes, son la voz del pueblo y, finalmente, Al César lo que es del César y A dios que te vaya bien.

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