domingo, marzo 27, 2005

La raza más chida

Esdras Camacho
Tal como a los habitantes de indeterminada nación, les agrupa una especie de sentimiento común, proveniente quizás de sus orígenes de población – cosmogonía – denominada identidad, a los mexicanos se les identifica en varias partes del mundo como alegres, parranderos y jugadores, características casi exclusivas que se comparte orgullosamente. Dependiendo del contexto y las circunstancias, el mexicano puede ser no “flojo o haragán”, si cómodo práctico y funcional; como ejemplo mientras que muchos otros se esmeran en crear una cultura de aprovechamiento de recursos industriales y agrícolas con los animales de engorda, el mexicano se evita procesar el cuero para calzado, lo convierte en delicioso chicharrón. Hay quienes hacen estudios dentro o fuera del país y logran completar una carrera universitaria que les proveerá de medianos ingresos y un alto status en la escala social y global, él mexicano “estudia” por correspondencia, en escuelas “patito” de a 3 X 100, o compra sus títulos falsificados, que le dan los mismos derechos y los mismos resultados. Algunos planean su vida adulta, cuidándose de no buscar responsabilidades que consideren no poder cumplir a cierta edad, dejan lo mejor de la vida marital para después, el mexicano promedio, a los quince ya le hizo dos chilpayates a la hija de la madrina y si se puede a la madrina mismísima. Sus padres o los suegros lo consienten cobijándole en el hogar hasta siempre - sin que contribuya al gasto por supuesto-.Si las mujeres de México viven con la idea de ser el personaje de cenicienta, en espera del príncipe azul que las libre de su martirizante encantamiento, los hombres tienen complejo de rey con trono alucinado y hembras varias, todas ellas “sus reinas”. La valentía es un valor de lo que se precia, aunque no entienda de filosofía y sueños metafísicos, el mexicano está obligado a cantar aunque se resquebraje lo que lo sostiene, que no se diga que siente pánico, que se vuelva hombrecito sino ha sabido serlo. Total, también de dolor se canta, cuando llorar no se puede. Como personaje de historias mínimas fantásticas o chistes siempre es el beneficiado, se le rinde culto a su inteligencia, a su haraganería y a sus destrezas. Es el que antes de competir ya ganó, el irreverente que se limpia las heces con los estandartes extranjeros, en fin es un héroe. Hay ocasiones que sufre los padecimientos de la vida – desamor, traición, engaño, incomprensión – un profundo e inexplicable sentimiento se le descarga, no en el corazón, sino en el cerebro, le despierta entonces una sensación desgarradora que le induce al suicidio misma que se aviva y se aplaca con la ingestión inmoderada de alcohol. Borracho, sin desvelo que importe, traspasa las fronteras de su conciencia y supera el dolor de su espíritu, llorando y madreando, cogiendo y cantando, fumando y riendo. La emancipación por sobre sus enemigos extraños que atentan contra su intimidad y valentía a veces arrogante, a veces resguardada, es cuando puede hacer gala de su habilidad para insultar, vociferar palabras soeces, deseando levantar ámpulas imaginarias, busca agredir verbalmente, así se apacigua y reconcentra en su esencia majestuosa de infinita introversión. Existen los bien intencionados, pero les asalta la duda, ¿perderán su identidad cuando cambien, serán capaz de soportarla diferencia?. ¿No serán despreciados o crucificados como cristo?.... y si de todos modos Juan te llamas, pa’ que, si manos amigas, tradición que obliga. Todavía no es tiempo del empoderamiento mexicano, no ha vuelto nuestro profeta.El mexicano personaje competente, pleno de estilos y maestro de un espíritu auténtico, estancado en el espacio ¿por su actitud o por su personalidad?No bastan las palabras para nombrar todas las peculiaridades de la raza más chida del reino animal, parafraseando al poeta Alex Lora. Pensaba elaborar un extenso análisis que conduzca a interpretar y justificar nuestra mediocridad, pero “Para que lo hago si de todos modos me va salir mal” “Para mañana lo hago”...además, quien soy para hablar bien o mal de mis compatriotas; ps ahi se va . . .

sábado, marzo 26, 2005

Despotismo palabrero

Despotismo palabrero
Mauricio Sáenz
Las palabras son el mejor instrumento de nuestro lenguaje, pueden animar, así como lacerar. Hay que cuidar las palabras, porque no hay camino hacia la libertad, que no pase por ellas, no hay otra vía para desatar la imaginación.

En nuestro tiempo se lee poco y se escribe mucho, escribe el escritor, el periodista, el publicista, el romántico muchacho y el merolico. Larga historia real da cuenta de los pasquines y libelos que en aras de la gloria o de la autocomplacencia, se escribe día a día o noche a noche o de tarde o de madrugada, según su referencia. Hay producción literaria o científica que enriquece nuestro espíritu, ese es el fin de la literatura, embellecer nuestra alma, de esa aunque mucha, no es plenamente difundida y asombra que se estigmatice de gris, densa e inservible.

Parece increíble que haya quienes sin un mínimo de disciplina y talento –lo primero no es necesario – apuestan por llamar la atención, autodefiniéndose como los héroes de la literatura de estilo transgresor, innovador o vanguardista. Pobres de los pobres, atrevidos libelistas y no por su atrevimiento, que al fin la osadía es un valor estimable, sino por su reducida visión y capacidad intelectual. Justifican su iniciativa, como lucidez literaria, demuestran su egolatría y el afán contradictorio de ser villanos de lo clásico, detractores del silencio y comodines del lenguaje abstracto.

Conviene recordar que lo racional no se opone al sentimiento, para ser libres hay que aprender a pensar, a hablar y a escribir, hay que decir si al entusiasmo espiritual y no a la retórica estereotipada y embrutecedora. Un texto breve, aunque marginal, puede influir en la política o filosofía del ciudadano en el presente o en el futuro, es por ello que no hay que desdeñar la responsabilidad del escribiente, sino alentar a que piense en hacer escritos funcionales y siempre útiles. Nada en el lenguaje se hace impunemente.

 El encanto de las letras, es que una vez hechas adquieren vida, mueven conciencias, motivan y dan vida. La vida que deja de vivirse para comenzar a leerse. Podemos distinguir dos clases de escritores, los oficialistas y los que se resisten: Los oficialistas, están enamorados de sus palabras, pertenecen a la cultura light, son los que hacen turismo en el mundo de las letras, escritorcillos que consienten la realidad y la limitan del dolor, la incertidumbre y la alegría. Este escritor facilón es acrítico, frívolo, partidista, no arriesga y solo aspira al glamour del éxito, son ellos los palabreros kistch y los mediativos.

Por el otro lado están los escribanos con ética que permanecen en un continuo aprendizaje, tienen un compromiso consigo mismo y son concientes del diálogo con el alma de sus prójimos. Aunque existan clubes o talleres literarios que aconsejen practicar tales o cuales recetas, “tener mente serena y corazón ardiente” es de las pocas con trascendencia. Pues un ejercicio literario moderado de lectura y escritura, dará a buen tiempo, sano resultado. El escribidor que lee poco y escribe mucho, puede a lo mucho ser un encomiable aficionado.Toda la vulgaridad escrita hace posible un nuevo estilo, quizás propositito sin propuesta, totalmente desenfadado, pero hasta para ser vulgar se requiere un fino sentimiento.

Libelistas de todo el mundo, mercenarios de la lingüística y amantes del quehacer literario, basta de lugares comunes, basta de la vanagloria fácil y de la autocomplacencia, no es un delito ser escribidor, pero si debería cuando se destruye la belleza del lenguaje o se proyectan ideas flácidas inoperantes o escatológicas.

Elogio del hedonismo.

Elogio del hedonismo.


El aliento es un ultimo halo sucesivo, la visualización del placer infinito. Desgarrase la vida, nada tan simple como eso.

Todos los verbos lubrican. Entresacar, revolucionar, transgredir, violar, romper, sorber, instrumentar, todos son verbos danzantes del hedonismo.

Ser hedonista no es una vocación, pero si un estilo de vida adquirido. Influye el carácter y la formación social y académica para ser un buen hedonista. Es común que no se acostumbre energetizar la materia. Por eso, bien mirado es una auténtica regresión al cavernario mundo de la valoración de los instintos.

Un hedonista, es un artista que regresa al primitivo mundo a rescatar la abstracción del goce, al desenfreno de excites y estremecimientos, esto acarrea conductas absurdas, que se traducen en un daño a si mismo, aunque éste no sea el principio del hedonismo, la contradicción natural de los instintos hace que termine confundiéndose placer ensimismado con autodestrucción.La creación, es un manjar que se chorrea silenciosamente; el hedonista lo sabe y necesita consumirlo vorazmente. El hedonista reniega de su responsabilidad y compromiso para con el tiempo, no es que sea ingenuo, se distrae y se enajena adrede, representa lo más funcional, existe y deja existir.

No puedo decir que los hedonistas seamos escasos, por el contrario ahora se exige discreción moderada. Hasta hace 50 años los hedonistas eran tipos libertinos y prejuiciosos que contaminaban a la sociedad, sin embargo han progresado la maneras de sortear las adversidades, han mejorado las técnicas de hedonear.

Hay una distancia entre el hedonista del siglo XIX al del siglo XXI, los primeros fueron protagonistas exploradores de sensaciones embriagantes, de un horror nuevo, de un peligro para la vida favorable, seres que pululaban en busca de fondos para procurarse la vidorria, piedras angulares del modelo ideal del hedonista. Y hoy son adolescentes precoces que curiosean el misterio del hedonismo ilustrado. La locura disfrazada, revestida y probablemente menos intensa, aunque parezca lo contrario. Los detractores del hedonismo pretenden desenmascararlo como una oscuridad macabra, detestable y antinatural, nada más alejado de la realidad.

 La crítica de la sociedad, siempre es subjetiva, y no se puede a la vez ser juez y parte, por lo tanto no hay argumento válido que descalifique el hedonismo. En la actualidad, se celebra conductas atroces, como la guerra, los fraudes o los crímenes, pero las cosas simples como el desatranque y el recreo de flujos, es indigno.¿Cómo regular las sensaciones, cómo atrapar lo insondable? Son interrogantes que están destinadas a permanecer en el vacío del entendimiento. Las leyes de la naturaleza son automáticas, y no hay manera de negar la fuerza imprecisa de nuestros reflejos apresurados. Abrir es abrirse, la vida no es teoría delicada, no es artificio insensible, hay que desgajarse y vaciarse pulcramente a la complacencia del espíritu y los músculos.